Se oye un pequeño aullido en la noche, pareciera un cachorro llorando por una perdida, y así es, llora en un cunero en lo que sería la rustica habitación de sus padres, la bebita se despertó por el golpe de una puerta, después dos golpes más, pasos, se mueven cosas, cuando la luz de la habitación se encendió los pequeños ojos ámbar de la niña se abrieron grades y se cerraron repetidamente tratando de habituarse al cambio de luz, por la sorpresa de la neonata, calla, ya que lo que ve no es precisamente el rostro familiar de sus padres, el cabello gris que cubre el cuerpo entero de aquel ser, su rostro con facciones lobunas. Olisqueo un poco a la cría sonriendo, mostrando los dientes hechos para desgarrar, se mantenía perfectamente en pie, una figura homínida completamente parecido al humano con el que compartía el mundo salvo por unos más que perceptibles detalles, el rostro bestial, el vello que le cubre el cuerpo, la cola que sobresale ahí donde termina la espalda, aquel homínido, mitad hombre, mitad lobo Sostuvo a la cachorro en brazos, visión cómica para cualquiera, aquel ser al que llamaban Kael, manchado en sangre, vestido por un guardapolvos raido y polvoriento por el camino, pantalones anchos y botas de piel que llegan hasta sus rodillas, con la espada firmemente atada al cinto, tomando y acurrucando a un cachorro ajeno entre los brazos, sus manos terminaron por sujetar al cachorro por la cola colgándola de cabeza, por la desorientación y el dolor la cría lloro de nuevo, el hombre libero una sonrisa que deja visible su dentadura y su voz sonó grave, pesada en aquel ambiente.
- Vigorosa, serás mi botín.-
El lobo le tenía tomada por la cola, se había despertado por los ruidos extraños, era tarde, no veía a sus padres, solo a aquel ser tomándole por la cola para levantarla sobre su cabeza, dejándola colgar ahí un tiempo antes de levantar el rostro y abrir las fauces, fauces que se veían amenazadoras, ella lloro, pataleo tratando de liberarse, mas no logro mucho, su esfuerzo fue en vano, hasta que el mismo le soltó, dejándola caer por su profunda garganta hasta que un grito termino con su caída.
Grite, grite fuerte como casi todas las noches, desperté con el cabello alborotado, mis manos tomaban la cabeza con firmeza, cuando mis ojos se habituaron a la oscuridad, suspire aliviada, desperté donde siempre despertaba, en mi pequeña jaula, era el espacio justo para mantenerme arrodillada, acostada, tenía que hacer mi cuerpo un ovillo, era pequeña, pero dentro de aquellos barrotes estaba segura, mire mis manos, los grilletes de hierro se mantenían fijos, en mis manos y tobillos, sin cerradura, solo poseían una argolla cada uno, cuando me acurruque para continuar con mi sueño el sonido de la cadena que mantenía mi cuello fijo al muro atentó contra mi sueño, pero fallo, ya que mis ojos se volvieron a cerrar nuevamente
sábado, 1 de noviembre de 2008
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