miércoles, 28 de enero de 2009

Estrellita...

Estrella, estrellita, pequeña Sin, que es lo que son las estrellas, son esas cositas que iluminan las noches, no creo que se limiten a ser bolas de gas en combustión, o a ser luciérnagas pegadas en el cielo, no, las estrellas no solo brillan de noche, tu brillas todo el día mi pequeña estrellita, mi pequeña Sin.


Tengo una teoría vaga, débil como los cuentos que llámanos ilusiones, esas preciosas estrellas fugaces que rara ves golpean contra nuestra tierra, suelen ser hermosas, bellas como solo ellas, esos trozos de ilusión que miles de hombres, mujeres, niños y niñas que se quedan incrustado en el romántico cielo nocturno, y alguna estrella, nacida de esas ilusiones, toco tierra, y esa estrella eres tu.


Una sencilla estrella que brilla día y noche, que descansa cuando quiere y sonríe cuando gusta, pero esas estrellas son diferentes a todas las que están ahí arriba, son distintas por completo, no solo porque se parecen a la persona mas bella, no solo porque nos hacen sonreír cuando las vemos, no solo porque llenan de luz la oscuridad de nuestra realidad, no solo por eso, también sirven de guía, tienen escrito en el corazón, “guía para aprender a amar” son tan bellas y tan hermosas que cada uno quisiera tener una, pero lastima para ellos, que tu eres mía mi pequeña Sin, aprendí a amarte, y ahora, se como hacerlo, cuidarte y arroparte por las noches, incluso se cuando necesitas una caricia tranquilizadora, cuando hacerte reír para que las lagrimas no broten, lo mas hermoso de todo esto es que aquellos que poseen el corazón de una estrella viven por siempre, espero poder tener el tuyo, para vivir contigo hasta la eternidad.

Lust (4)

Cuando Ana despertó a la mañana siguiente, no recordaba muy bien como había vuelto a casa. Tenía resaca, la cabeza le dolía un poco por lo que supuso que se había pasado un poco bebiendo la noche anterior.

Se incorporó, la habían puesto su camisón de raso pero cuando intentó levantarse se dio cuenta que estaba esposada con una mano al cabecero de su cama.

-¡Maldita sea!- Intentó zafarse, pero le resultaba imposible.
La puerta de la habitación se abrió y Jezabel, la sumisa de Carlos entró con una bandeja y el desayuno.
-Buenos días dormilona- Dijo sentándose en la cama -¿Cómo has pasado la noche?
-Oye, dame la llave de las esposas Necesito ir al baño- Musito limpiándose los ojos.
-No puedo hacerlo, no las tengo. Te he traído el desayuno por orden de mi Señor. Está abajo con Darío.
-¿Pero por qué me esposaron? ¿Quién lo hizo? ¿Qué paso ayer?- Preguntó algo molesta.
Jezabel sonrió y colocando los cojines de la cama para ponerla cómoda la puso la bandeja en las piernas con una taza de café, unos bollos de pan, mantequilla y zumo.
-Tranquila Ana, la primera norma de todo esto es confiar. Si no puedes hacerlo de nada vale. No debes temer nunca. Yo jamás temo las decisiones de Carlos.
-Yo lo conozco de hace dos días. Ni siquiera se donde vive
-Lo sé, pero también sé que en tu caso lo tienes sólo para ti. Yo soy una más y he de conformarme con ello. ¿Me entiendes?- Dijo Jezabel suspirando.
-Jezabel- Dice Ana- Esto es un juego entre él y yo, nada más. Una apuesta. Llámalo así. Ambos nos divertimos. Descubro cosas nuevas…
Jezabel se levanto de la cama y se dirigió a la puerta.
-¿Estás segura de ello?- Preguntó agarrando el tirador de la puerta- He de irme, come algo por favor. Te sentará bien.

Cerró la puerta tras de sí y Ana se quedó pensando lo que la había dicho.
Una voz en su cabeza sonó.
-Es sólo una semana. No puedes enamorarte de ese hombre y de la vida que pretende que lleves con él - Dijo la voz- Vamos Ana, eres una mujer adulta, no le interesas, sólo disfruta demostrando su poder sobre ti y tomándote como una zorra. Ambos disfrutáis. Es sólo eso.
Una semana, sólo una semana de nuevas experiencias y todo terminará.

La puerta volvió a abrirse mientras Ana absorta en sus pensamientos terminaba el desayuno, intentando mantener el peso de la taza rebosante de café con una mano. Darío entró, la sonrió y se acercó a la ventana quedándose inmóvil observando el paisaje de fuera.
-Pensé que no podría manejarte con tanta facilidad y sigues cediendo a mis antojos sin apenas preguntarme - La dice sin mirarla- Un día más ¿Aceptas?
-Por supuesto- Le dice dejando la bandeja en un lado de la cama
-No esperaba menos de ti - Contesta - Te preguntaras por que estas esposada a la cama. Te diré que cuando volvimos a la cabaña, tu misma me lo pediste.
-¿Cómo?-Extrañada Ana se quedó mirando a Darío que seguía mirando por la ventana.
-Tu misma me suplicaste que te atara a la cama y te cojiera como una puta, jadeabas como una perra mientras te metía el pene una y otra vez y el no poder moverte te ponía aún más cachonda- Darío sonrió- Es increíble donde puedes encontrar una verdadera perra sin ni siquiera planteártelo-Sacó una llave del bolsillo del pantalón, se aproximó a la cama y soltó las esposas del cabecero.
-No soy una perra, sólo te demuestro que soy capaz de ser como tus amigas, incluso mejor que ellas- La voz de su cabeza vuelve a reventarle las entrañas- “Mentirosa”.

Ana con gesto de dignidad mira Darío que sigue de pie al lado de la cama. Al escuchar aquella afirmación Darío la coge de la muñeca y la arrastra al suelo. La coge del pelo y la acerca a su cara inclinándose. Pasa su lengua por la cara de Ana y la muerde el labio inferior con fuerza provocando un grito de dolor en ella.
- No te confundas conmigo- La dice- Mientras mantengas tu apuesta y sigas a mi disposición tus gestos de prepotencia los pagaras caros
Arrastra por la muñeca a Ana hasta un espejo, al otro lado de la habitación y cogiéndola de nuevo por el pelo la acerca la cara a él.
-Mírate Ana y dime lo que ves. ¿Sabes lo que veo yo? Veo una maldita puta reprimida con una vida demasiado cómoda y correcta para plantearse lo que realmente es.
-Por favor, me estas haciendo daño…
Darío la soltó con brusquedad, Ana se disculpaba sin saber muy bien por que, pero la dolía en el alma que aquel hombre no estuviera contento con ella, se había acostumbrado a ver su cara de orgullo cada vez que ella aceptaba algo que viniera de él y eso la llenaba como nunca nada la había llenado tiempo atrás.

Se agarró a la pierna de Darío con fuerza, pidiéndole perdón por su atrevimiento. Entonces Darío abre la puerta y dando una voz llama a Carlos, que por los ruidos en la casa se encontraba en el piso de abajo con Jezabel. Este sube con rapidez se acerca de Darío, y sonríe cuando este le dice algo en un tono que no Ana no pudo percibir.
-¡Jezabel!- Gritó.
La joven no tardó en aparecer tras la llamada de su Señor. Ana no se enteraba de la conversación que tenían por que hablaba con su sumisa muy bajo. Darío salió de la habitación y volvió al poco con una cuerda. Tiro de Ana y la ató por las muñecas de espaldas a él al piecero de la cama.
-Separa las piernas, inclina la cabeza y no se te ocurra moverte.

Carlos y Jezabel salieron de la habitación. La joven sumisa miró a Ana con tristeza y entonces se dio cuenta de lo que iba a pasar. Apoyada de pie en el cabecero y totalmente inmovilizada sin poder ver a Darío notó el primer golpe seco en el culo con una fuerza que la impulso hacía adelante con brutalidad.

Ana dio un grito al notar aquel golpe tan fuerte sobre su piel. El segundo fue peor, la quemó las piernas y el dolor se clavo como cuchillos por todo su cuerpo. No podía apenas mantenerse en pie, tras un golpe siguió otro, después otro más hasta que perdió la cuenta y sus lágrimas invadieron su rostro y cayeron por sus mejillas. Suplicaba que parara y eso hacía que Darío la diera aun más fuerte si cabe. No entendía nada, no podía aguantar un golpe más y sus piernas fueron cediendo hasta que por fin, aquel hombre se apiado de ella.

Soltó sus muñecas y Ana cayó en el suelo rendida por la tensión y el dolor. El culo la ardía y notaba latidos en todo su cuerpo, como si tuviera varios corazones, como si tuviera el corazón que en aquel momento le había faltado a Darío latiéndole por todo su ser.

Darío se acerco a ella, la tomo por los hombros y la levantó del suelo apartándole el flequillo lleno de sudor de la frente y limpiándole las lágrimas con la mano.
-¿Por qué?- Sollozó Ana-¿Por qué?
-Por qué era necesario- Le dijo él saliendo de la habitación y dejándola sola.
Mientras se peinaba y arreglaba, las marcas de los golpes se iban haciendo más visibles. Cada vez que Ana se daba la vuelta y se contemplaba el culo en el espejo, recordaba el enfado de Darío y se angustiaba buscando una solución. No debió hacerle aquel comentario, no debió y temía que aquello terminara.

Tras ducharse, vestirse y arreglarse bajo al salón creyendo encontrarse a Carlos y su sumisa allí, pero sólo estaba Darío tumbado en el sofá medio dormido. Ana se acercó a él y algo se activo en su cabeza que la hizo ponerse de rodillas delante del sofá y seguir a gatas acercándose con su diminuta falda blanca corta, y su camiseta que dejaba entrever sus pechos redondos sin sujetador. Quería complacerle, hacerle sentirse orgullosa de ella .Darío abrió los ojos y la siguió con la mirada. Ella al llegar al sofá quedo parada frente a él, mirando hacía el suelo, sin levantar la mirada con las palmas de la mano apoyadas en sus rodillas, esperando que Darío la dijera que debía de hacer.

-Date la vuelta y ponte a cuatro patas quiero verte las marcas del culo - La dijo
Ella así lo hizo. No llevaba bragas, sabía que eso le gustaría. Apoyó las manos en el suelo y se inclinó. Darío pasó la mano por las heridas y luego un dedo por su sexo.
-Buena perra, así aprenderás a comportarte como debes-Dijo incorporándose-Separa más las piernas, y abre bien la vagina, quiero verla bien.
Ana separa las piernas y con las manos separa los muslos abriendo así más el sexo.
- Me lo he merecido - Susurró- No volverá a pasar
-Deberías sentirte orgullosa de llevar esas marcas, por que demuestran que perteneces a alguien que te enseña cuando no estas a la altura. ¿Vas a ser una buena putita?
-Si- Contesta Ana.
-Si ¿Qué?- Dice Darío.
-Si mi Señor- Sin pensarlo contesta y se le llena la boca cuando se oye.
Darío mete sus dedos en la boca de Ana, que los chupa y luego los mete en su sexo, provocándola un gemido de placer. Mientras la folla con los dedos, acaricia con el pulgar su clítoris y poco a poco los flujos de su vagina empiezan a impregnarle la mano.
-Límpiame la mano. Estas chorreando como una zorra. ¿Qué pasa Ana? ¿Quieres que te coja?-La dice.
-Por favor Señor, lo necesitó- Contesta ella.
Darío la apoya la cabeza en el suelo, poniéndola aun más con el culo en pompa, se baja la bragueta y apoya la punta de su pene sobre el sexo de ella.
-Pídemelo como una buena puta - La dice.
-Por favor fóllame- Le dice
-Sabes hacerlo mejor zorra, vamos, pídemelo como debes.
-Te suplico que me cojas como una puta, como una zorra, por favor Señor tómame-Contesta Ana mientras nota la punta del pene de Darío rozando los labios de su sexo.
De una embestida Darío mete su pene dentro de la vagina de Ana. Suelta el cinturón de su pantalón mientras empuja hasta el fondo y la rodea con él el cuello. La acerca hacía él, mientras sigue penetrándola hasta tener su espalda pegada a él.
-Eres mía- La dice al oído, apretando con más fuerza el cinturón en su cuello y atrayéndola más a él- Y te romperé a golpe ese culo que tienes, hasta que seas capaz de comportarte. ¿Me has entendido?
-Si…Señor- Le dice ella gimiendo.

Darío mientras la sigue penetrando mete sus dedos en al boca de Ana, y empuja hasta pegar sus huevos contra ella. Ana nota las embestidas con tanta fuerza, que apunto esta de acabar.
-No se te ocurra- Jadea Darío-acabar, hasta que yo te lo diga
La toma de las tetas y empieza a pellizcarle con fuerza los pezones. El placer viene y va. Él controla su cabeza, controla su cuerpo y sus jadeos, controla el placer que viene en oleadas para luego quitárselo con un pellizco, o un golpe seco que la hace estremecerse, luego vuelve a penetrarla como una perra, metiéndole el pene hasta atrás, respirándola en su cuello, ahogándola con delicadeza para luego besarla y morderle los labios, comerle la lengua mientras la susurra lo puta que es.
-Eso es- La susurra - Ahora si.
Aquel vaivén de placer , provoca en Ana un orgasmo brutal que la hace convulsionarse mientras Darío que aun sigue embistiéndola sin compasión saca su pene de ella y se levanta para agarrarla del pelo y acabarse en su cara mientras la reboza el semen por toda su boca , metiéndole los dedos en la boca y haciéndoselos chupar .
-Trágatelo todo, zorrita. No derrames ni una gota o te haré limpiar el suelo con la lengua- La dice subiéndose la bragueta del pantalón.

Ana de rodillas, con el rimel corrido cayéndole por los ojos, como una caricatura se limpia la cara y se lame los labios

Darío la mira los ojos y sonríe…

-Estas preciosa así- La dice besándola

martes, 27 de enero de 2009

10 Minutos

Diez minutos, solo diez minutos, ni un minuto mas ni un minuto menos, solo diez minutos son la diferencia, son el numero exacto, el primer y segundo numero que poseemos tienen la combinación perfecta para la desesperación o en su caso contrario para la alegría, no se necesita mas, ni un segundo, menos un minuto (que no es mas que la conjunción de 60 demoniacos segundos) ni tampoco se necesitan menos de diez minutos, 10, son diez los que se necesitan, pero a que va todo esto, sencillo, faltan 10 minutos para que llegues, los espero con ansia, con anhelo, el tiempo pasa lento, medito en lo que te diré, en los chistes que sonaran, los descarto uno tras otro para meditar en cual te daría mas gracia, incluso elijo los comentarios, las preguntas, esos diez minutos son suficientes para poder pensar en todo eso y mas, incluso en donde te besare, o por donde pasare mis dedos, y cuando esos diez minutos acaban y no legas, comienzan los primeros segundos de desesperación, cinco minutos de tolerancia, no creo que seas un reloj ingles, pero no apareces después de esos cinco minutos así que ahí comienza el infierno, las preguntas, donde estarás, que estarás haciendo, por que no llegas, que te entretiene, estarás dormida, te paso algo, un sin fin de métodos para destruir la gran velada que tenia para nosotros, esos diez minutos que antes llenaban las expectativas ahora son los perfectos camicaces para destruirlas, así, un segundo se convierte en un minuto donde el demonio se cuela entre las piernas para susurrar el peor de los finales, y si alcanzaras a detenerlo antes de que esos diez minutos terminen, error, me encontraras en el peor de los infiernos de Dante, yo contra mi conciencia, lo cual seria un uno contra uno de equiparadas fuerzas, pero al terminar esos diez minutos, comienzan otros, los últimos diez minutos que valen la pena, los de la resignación, que tienes algo mejor que hacer, que se olvido la cita, o que simplemente lo arreglaremos en otra ocasión, son diez minutos de autoconsuelo fatales y patéticos.

Ahora bien, que pasa si llegas y no tengo que continuar con todo eso, que llegas a los diez minutos, (no olvidemos el margen de 5 minutos) van los diez minutos de gloria, en los que te beso, te recibo entre mis brazos, en los que mi cuerpo se amolda el tuyo para protegerte de extraños, cuando esos diez minutos acaban, siempre hay pausas, indeterminadas, donde se toma aire y se respira para comenzar de nuevo, con diez míseros minutos en los que sencillamente, te amo.

Lust (3)

Tras el espectáculo de la cafetería y tras la ida de Carlos ambos se dirigen a comprar un par de cosas más que Darío necesitaba. Papel de impresora, sobres y sellos. Ana sigue peleándose por la calle con el vestido azul corto que le provoca un par de sustos más por culpa del aire.

Lo que Ana creía una semana de vacaciones tranquila, sola y lamentándose por su ruptura con su novio se trasformaba en una semana totalmente distinta a lo que tenía preparado.

Llegaron a casa con el tiempo justo para prepararse para la cena que les esperaba en casa de Carlos.
-Ponte la ropa que te compraste para mí - La dice Darío- y encima tú eliges. Hoy voy a ver que tal gusto tiene mi putita para la ropa.

Ana se ducho y preparó. Se puso las medias hasta el muslo, los preciosos zapatos de tacón negros las braguitas tanga y el sujetador de puntilla y sobre ello, un vestido negro de raso corto que la estilizaba la figura. Su pelo lacio le caía algo revuelto, no había traído el secador. Se miró en el espejo y sonrió.

Cuando bajo las escaleras del piso Darío ya estaba sentado en el sofá leyendo una revista, vestido con unos pantalones de traje negros y una camiseta informal pero a juego. Ana empezó a pensar a medida que bajaba las escaleras si se estaba enamorando de aquel hombre que tantas cosas nuevas le estaba enseñando a vivir. Nunca se consideró sumisa de nadie, ni siquiera lo había probado nunca, pero con él, todo era distinto .Juego o no empezaba a darse cuenta que había nacido para eso y que la excitaba en exceso aquellas situaciones que le planteaba Darío.
-Ya estoy lista- De pie esperaba la aprobación de Darío.
Darío bajo la revista y la observo minuciosamente. La hizo un gesto con la mano para que se levantara el vestido y cuando así lo hizo esbozó una sonrisa de aprobación.
-Realmente Ana. Veo que tienes muy buen gusto y mucha clase- Dice.
Ella se alegra por aquella contestación y respira hondo apartándose el flequillo de los ojos.

Darío se levanta la coge de la mano y la hace dar una vuelta sobre si misma. La da una palmadita en el culo.
-Tira -La dice abriendo la puerta- No quiero llegar tarde.

Cuando llegaron a casa de Carlos, la puerta estaba entreabierta. Darío había intentado llamar al timbre pero no funcionaba así que opto por dar un golpe en la puerta justo cuando la voz de Carlos sonó desde dentro.
-Pasad- Se oyó
Cuando entraron en la casa Carlos estaba sentado en una de las butacas del salón con una joven de unos veintitantos años a los pies, de rodillas. La chica bajo la mirada y sonrió tímidamente, estaba totalmente desnuda, de rodillas y con la melena llena de tirabuzones tapándola medio cuerpo Carlos leía el periódico con una mano mientras pasaba la otra mano por encima de la cabeza de la muchacha.
-Hola Jezabel, me alegro de volver a verte- Dijo Darío.

Ana sonrió y siguió caminando detrás de Darío sentándose en el sofá justo a su lado.
-Vamos, ponles una copa a nuestros invitados- Dijo Carlos doblando el periódico.
Cuando la joven se levanto unos enormes pechos asomaron por entre sus rizos, Ana no podía dejar de mirar aquel culo respingón que se contoneaba al ritmo de una pulserita metálica que llevaba en uno de sus tobillos. No era muy alta, pero tenía un precioso cuerpo y sabía moverlo.

No tardó en aparecer con dos copas de cava en las manos e inclinándose frente ellos se las entregó volviendo a su sitio, al lado de Carlos.
-Esta es una de mis sumisas, Jezabel - Dijo Carlos sonriendo- Como puedes observar, Ana, esta bien educada. Te podrá enseñar muchas cosas.

Carlos hace un gesto a Jezabel, esta se levanta y coge de una mano a Ana levantándola del sofá y quitándola con delicadeza el vestido que llevaba puesto. Ana mira Darío avergonzada. Nunca había estado con una chica y los nervios volvieron a invadirla el cuerpo. Los dos hombres observaban como Jezabel quitaba sin prisas la ropa a Ana hasta dejarla totalmente desnuda. Jezabel besa los labios de Ana y cogiendo una venda que le acerca su Señor se la pone en los ojos a la chica. El corazón de Ana empieza a latir a gran velocidad, otra vez esa sensación de miedo, vergüenza y excitación empiezan a acumularse en su cabeza y el calor en sus mejillas no tarda en aparecer.

Nota detrás de ella a Darío la cual la empuja con delicadeza para que de un paso adelante.
-Vamos, zorrita- La susurra haciéndola caminar - Ahora déjate llevar y disfruta. Regálame un bonito espectáculo, vamos.
Ana camina dos pasos hasta que se topa con la joven , nota las manos de Jezabel acariciarla los pechos , nota los labios mojados sobre sus labios .La lengua de la chica se mete en su boca buscando su lengua mientras la empuja con cuidado para que se siente sobre el sofá. Ana no consigue ver nada, sabe que Darío esta detrás de ella, por el otro lado del sofá por que ahora la sujeta la cabeza desde atrás mientras la joven la separa la piernas y acaricia con las manos el interior de sus muslos. Nota como la joven se desliza entre sus piernas y pasa la lengua por su sexo, mientras con la otra mano le mete un dedo.
-Ábrele más las piernas- Oye decir a Carlos- Eso es… Así me gusta.
Ana empezó a retorcerse mientras la lengua de Jezabel lamía su vagina. Darío la sujetaba la cabeza apoyando su mano en la frente y eso la provocaba mayor excitación
Una y otra vez nota la lengua de la joven sumisa lamerle las entrañas mientras las convulsiones se hacen cada vez más grandes .Darío comienza a morderle los pezones desde atrás, mientras ella , separa cada vez más las piernas. Tiene a Jezabel metida entre sus piernas, y el placer es insoportable. Darío la arranca la venda de los ojos, y vuelve a sentarse frente a ella justo al lado de Carlos, el cual observa con un tremendo bulto entra las piernas como su sumisa le devora el sexo a Ana, de rodillas en el suelo.
-Mírame Ana- Dice Darío- No dejes de mirarme.
Ana obedece a Darío. La lengua de Jezabel sigue poseyéndola mientras la miran aquellos dos hombres. Ve como el pene de Darío empieza a hincharse, el bulto del pantalón crece a medida que los gemidos de ella son más fuertes, Cuando esta apunto de acabar Carlos se levanta del sofá.
-Jezabel, basta- Dice con tono de autoridad.
La sumisa obedece, se aparta de Ana y se aproxima a su Señor. Este la besa en la boca y saborea los labios de la joven.
-Tu perra esta buena Darío- Dice

Se baja la bragueta y la mete el pene en la boca a la chica, que aun de rodillas en el suelo comienza a chuparla con fuerza. Carlos la da una bofetada.
-Tranquila putita que no hay prisa. Despacio. Despacio.
La joven sigue mamando de rodillas como si le fuera la vida en ello, hasta que la saca de un golpe de su boca empujándola por la frente hacia atrás.
-Como sigas mamándomela así vas a hacer que me corra - La dice- Vamos sigue comiéndole el sexo a la zorrita de Darío. Haz que se acabe para mí y para él.
Jezabel obedece, vuelve de rodillas al sofá y empieza a lamerle el sexo a Ana otra vez mientras Darío la coge la cabeza y la mete el pene en la boca, tira de su pelo y se la encaja hasta atrás provocándola un movimiento hacía atrás de la cabeza, esto le molesta, le saca el pene de la boca y la mira a dos centímetros agarrándola por la quijada y apretando con fuerza, mientras se retuerce.
-Si te meto el pene en la boca, tú como buena zorra te la tragas entera- La espeta
Vuelve a meterle el sexo en la boca, esta vez aun con más brusquedad y mantiene un rato la cabeza de Ana pegando sus labios a su pelvis, entonces la saca entera de la boca de ella y vuelve a hacer el mismo movimiento una vez, otra, hasta tenerla bien dura. Ver a Jezabel comerle el sexo a Ana mientras él la encajaba en su garganta con es brutalidad se la pone durísima, No tarda en acabar en la cara de Ana tras varias embestidas. Entonces Carlos, que se había vuelto a sentar en la butaca, se coloca detrás de su sumisa, y con la misma fuerza la encaja en la vagina de esta haciéndola gemir. Comienza a bombear metiéndola y sacándola con una fuerza una y otra vez.
-Vamos Jezabel- Susurra-Quiero oír a esa zorrita correrse como una loca, Vamos…
Ana al ver la escena y oír las palabras de Carlos, siente un espasmo que la atraviesa la columna y nota como el orgasmo la inunda las entrañas y sube por su columna. Carlos saca el pene de dentro de sí y se aparta. La joven se da la vuelta
-Por favor Señor- Le dice- No pare.
Carlos la coge por el pelo y la levanta de un tirón, La tira sobre la mesa con fuerza, y la abre las piernas. Vuelve a ensartarla mientras la besa en la boca, chupándola la lengua, buscando el sabor del sexo de Ana en sus labios que tan dura se la pone.

Tras varias embestidas sobre la mesa, la joven empieza a gritar de placer.
-Eso es, eso es. Vamos zorrita- La gira la cabeza haciéndola mirar hacía Darío y Ana- Diles lo que eres, díselo.
La joven empieza a convulsionarse
-¡Soy una zorra!- Grita
-Otra vez-Dice Carlos
-¡Soy una zorra!-Vuelve a gritar mientras acaba.
Carlos saca su sexo de Jezabel y Darío arrastrando a Ana hacía él la abre la boca justo en el momento en que Carlos empieza a acabar encima de ella llenándola la cara de semen. La cae por los pechos y por las piernas como un torrente.
-¡Joder!- Dice Carlos subiéndose la bragueta del pantalón-Pero que bien sabe tu zorra.

Darío se ríe, levanta a Ana del suelo
-Venga putita, lávate bien que tengo hambre. Jezabel mueve ese culo detrás de ella. Mira que hora es, la cena estará fría- Enciende un cigarro y se sienta en el sofá con Carlos.

Poco después vuelven del baño y se sientan a cenar .Jezabel sirve la cena y los cuatro comen tranquilamente

Ana en la mesa medita lo que acaba de pasar , vuelve a darse cuenta de que una vez mas Darío la ha enseñado algo nuevo , follar con una mujer y disfrutar como una loca de ese momento. Lo mira y le sonríe . Darío la devuelve la sonrisa y sigue charlando con Carlos tranquilamente.

Historia de amor (5)

El lugar donde la motocicleta se detuvo parecía tranquilo, no era mas que un café, con mesas en el exterior, un sitio rustico y calido, cuando ella bajo, el no demoro en hacerlo, deteniendo el rugido del motor que antes de morir se volvió un ronroneo, el camino tras ella, que se veía entusiasmada pero sus ojos aun tenían un poco de nervioso recelo, cuando ella pisaba el interior del sitio, el la detuvo tomándola con suavidad del brazo.
-Mejor afuera.-
-De acuerdo.- Dijo ella con aquella vos dulce que no se ocultaba, mirando como el apartaba la silla de la mesa para cederle el lugar.- Gracias.-
-Por nada.- Responde tomando el casco que ella parecía no querer soltar de sus manos y poniéndolo en una silla contigua, cuando el camarero se acerco con las cartas el joven la rechazo mientras ella la tomaba para leerla.
-No piensas ordenar nada?- El le miro con una sonrisa, negando con la cabeza.
-Ordena tu, primero las damas.- Ante ese comentario ella se sonrojo.
-Bueno, yo quiero un capuchino con vainilla francesa y jum… te importa si pido un crossand?-
-Para nada, adelante.-
- y un crossand con carnes frías.- Sentencio sonriendo.
- A mi dame un expresso por favor.-
El camarero asintió con la cabeza, le gustaba atender rápido las mesas, así tenia mas tiempo libre para charlar con la chica de la caja. El joven miro a la chica, divertido, se quito las gafas de cristales amarillos.
-Bien, lanza tu mejor tiro.- Ella se sonrojo un poco, bajando la vista y frotándose las manos.
-Este… emm… Cual es tu nombre?- una carcajada resonó en la garganta del joven.
-Vaya, esa es inesperada.- Dice tratando de contener las risas.- Javier, mucho gusto.- Dice entiendo la mano derecha para saludarle.
-Sophia.- Dice mas roja que un tomate, con la mirada aun baja, el apretón es firme por parte de el. El camarero llego con una charola que contenía todo lo ordenado y unas salsas mas para el aperitivo de la chica y azúcar para ambas bebidas.
-Mucho gusto Sophia, ahora, alguna otra pregunta como esa?- Aquel comentario no ayuda mucho, ya que su color sube de tono un poco mas, pinchando con el tenedor el pan.
-No.- Contesta secamente, cortando su pequeño entremés con los cubiertos, llevando un pequeño trozo a sus labios, por un momento le ve de reojo, el azúcar Sige intacto y el toma de su pequeña taza, ese café si que iba fuerte, noto cuando le pillo mirándole, por lo cual bajo la vista de nuevo para concentrarse en sus alimentos.
-Dime, averiguaste la mayor parte de mi vida y no preguntaste mi nombre, por que?-
La chica levanto la mirada de su alimento, mirándole a los ojos buscando la respuesta adecuada.
-Pues la verdad, el Blood me gusto, y creí que así te dicen todos.-
-En parte tienes razón, pero no del todo.-
-Como es eso?-
-Si, en la guardia me llaman así, y estoy habituado a el.- Dice divertido, mirándole.- Mas ese no es mi nombre.-
-Eso lo tenia seguro, solo que me gustaba.- Dice encogiendo los hombros con suavidad.- por que les llaman infernus?-
Los ojos del joven parecieron ensombrecerse un poco al escuchar aquello.
-Siempre vamos a los peores servicios, una o dos muertes por noche si todo es tranquilo, el ultimo carruaje al infierno.-
La chica bajo la mirada al escuchar aquello algo apenada.
-Lo siento….- Un pequeño silencio incomodo.
- No tienes por que, es nuestra elección.-
- Y por que eligieron ello.-
-Si te lo digo ahora, no tendremos para una siguiente cita.- Los ojos femeninos se abrieron con sorpresa al escuchar aquello, había considerado aquella salida de todo menos…una… cita?!
-Dijiste… c.. ci.. cita?- El hombre soltó una carcajada divertida.
- Si eso, dije…-

domingo, 25 de enero de 2009

Lust (2)

Había pasado una tarde de sexo duro con aquel hombre con el cual había conocido por un error. Compartiría con el una casa rural durante ocho días y ahora el juego le empezaba a gustar. ¿Sería capaz de aguantar sometida a los deseos de ese hombre?, ¿Acabaría enganchada de él por una mera apuesta consigo misma?

Su vida había sido tan aburrida durante tanto tiempo que aquella situación la excitaba tremendamente. No era lo que había planeado pero jamás experimento un sexo tan desquiciante, brutal y excitante como el que había tenido con Darío.

Tras aceptar su desafío y ducharse como él la había pedido bajo vestida con un pantalón de chándal y una camiseta de tirantes al piso de abajo. Darío estaba en la cocina preparando algo de comer ya que la sesión de sexo había durado un poco más de la cuenta.

-¿Tienes hambre?- La preguntó.

-Un poco.

-Bien, me gusta que se coman lo que preparo y tu no eres remilgada aunque estas un poco delgada. Haz algo útil y pon la mesa. Necesitas engordar un par de kilos.

Ana puso la mesa y no tardaron en sentarse a comer. Darío era un estupendo cocinero en pocos minutos había preparado un guiso exquisito.

-Escucha atentamente lo que te voy a decir. Esta tarde tengo bastante trabajo que quitarme de encima, así que no quiero que me entretengas moviendo ese culito a mí alrededor. Quiero que te vistas, bajes al pueblo y te compres algo bonito que ponerte esta noche para mí.

Ana le miró sorprendida. Estaba poniéndose de nuevo nerviosa. ¿Qué tendría preparado para ella?

-Has aceptado mi desafío. Así que no me mires con esa cara de susto y haz lo que te digo sin rechistar. Espero que tengas buen gusto para la ropa por que si veo algo que no me gusta te castigaré.

-Vale-Contestó Ana- Pero no se que tipo de cosas te gustan, casi no te conozco.

-Lo se. Por eso confío en que mi putita tenga la capacidad de escoger algo que me agrade sin necesidad de que yo se lo diga. Hoy quiero enseñarte ciertas normas de comportamiento que quiero que tengas cuando estés conmigo. ¿Algún problema?

-No. Será como tú digas. Así lo haré.

Trascurrida la comida Ana hizo lo que Darío le pidió. Bajo al pueblo, entró en una de las tiendas de lencería que encontró por el camino y tras varios modelos escogió uno de encaje negro, sujetador con una braguita de tira muy fina que le quedaba por la cadera, unas medias hasta los muslos que se unían a las braguitas y aprovechó y compró unos preciosos zapatos de tacón negros que la hacían las piernas aun más interminables. Por detrás la braguitas se metían por el culo a modo de tanga pero más elegantes. Pensó que ese estilo, encajaba probablemente con el gusto de Darío. Atrevido, elegante, con clase y sin resultar excesivamente burdo o pintoresco. Así que pagó la compra y como aún le sobraba un poco de tiempo paró en uno de los supermercados y compró un postre de chocolate pensando en que a Darío le gustaría para el postre de la cena.

Se sentía excitada con la idea de imaginar que sería capaz Darío aquella noche y la ponía cachonda. Ella estaba dispuesta a aguantar aquel desafío. No tenía nada que perder. Aquel hombre la volvía loca con su seguridad y su forma de follarla y lo más importante la estaba haciendo ver de lo que era capaz y que aquello que tanta vergüenza le resultaba pensar la ponía cachondísima vivirlo.

Habían pasado entre una y otra cosa prácticamente la tarde entera cuando llegó al recinto de casitas de madera. Paso por la casa principal del guarda para ver si tenía alguna llamada de teléfono a su nombre y tras comprobarlo se apresuró a llegar a la casa antes de que el postre de chocolate te la derritiera.

Darío estaba sentado en el sofá rodeado de papeles cuando llegó. La miro por encima del portátil que tenía delante sobre la mesa de centro de cristal y la hizo un gesto de saludo sin decir una palabra. Ella sonriéndole se dirigió a la cocina, depositó el postre en el congelador y volvió con las bolsas al salón. Subió a la habitación dejándolo todo sobre la cama y volvió a bajar.

- ¿Qué tal ha pasado la tarde mi putita? ¿Has comprado muchas cosas?- Preguntó cerrando el ordenador.

-Si he comprado lo que me has pedido. Espero que te guste lo que elegí.

-Bien así me gusta. Quítate la ropa.

-¿Ahora?

Darío se levanta y la da una bofetada en la cara .Ana queda sorprendía pero se pone para su sorpresa cachonda.

-No vuelvas a cuestionar o preguntar nada de lo que te digo. Simplemente hazlo.

Obedeció quedando totalmente desnuda delante de él. Darío se volvió a sentar en el sofá y la observó

-Date la vuelta, coloca las manos en la nuca y agáchate separando las piernas. Quiero ver mi coño.

Ana obedece, empieza a estar muy cachonda y teme que se de cuenta. Darío se incorpora y la pasa un dedo por el coño.

-¿Ya estas cachonda zorra?-La espeta

-Lo siento, no puedo remediarlo- Ana se mantiene inmóvil notando los dedos de Darío rozándole con delicadeza el coño. Jugando con su sexo.

Tira de sus piernas hacía atrás acercándola a él. Su coño esta a tan sólo varios centímetros de su cara .Ana se ruboriza cuando nota como Darío se acerca de olerla el coño como si fuera un depravado.

-Hueles bien, eso me agrada me gusta que mi zorra este siempre limpia.

-Gracias.

Entonces Darío la pasa la lengua por el coño. Ella suelta un gemido cuando nota su lengua abrirse paso entre sus labios y jugar con su coño pasando una y otra vez la lengua por él, mientras sigue metiéndola los dedos. Follándola con la lengua y la mano una y otra vez. Ella no soporta la situación esta muy cachonda y sus muslos chorrean sus flujos mientras mueve el culo. Baja sus manos y entonces nota un golpe seco en su muslo derecho.

-Tranquila zorrita. No te he dicho que bajes las manos.

Ana sube las manos a la nuca y vuelve a sentir la lengua de Darío en su coño follándola una y otra vez.

El placer es desconcertante, le tiemblan las piernas. Darío separa con las manos sus muslos y lame su coño una y otra vez.

Para de golpe tiene la polla durísima .La coge por el pelo la obliga a subir las escaleras de la casa.

-¿Dónde vamos?-Le pregunta.

-Eso a ti no te importa

Abre la puerta de la habitación del final del pasillo, donde el duerme y la obliga a pasar.

-Ponte a cuatro patas en la cama con las piernas abiertas y no te muevas. Hoy vamos a ver de que estas hecha y si como tú dices eres capaz de aguantar lo que sea.

Ana no entiende nada pero obedece y se coloca como Darío le ha dicho. Él se va advirtiéndola que no se mueva.

Durante el raro que Ana queda sola en la habitación un montón de cosas le pasan por la cabeza. Desnuda, sobre la cama de un hombre que casi no conoce se pregunta como ha podido llegar a esa situación. Tiene el coño aun empapado y la excitación no acaba de irse. Darío la vuelve loca pero no esta dispuesta a perder aquella “apuesta “consigo misma y volver a una rutina destructiva para ella. El corazón comienza a latir con fuerza cuando oye en el piso de abajo que la puerta de la entrada se abre y una segunda voz de un hombre retumba en sus oídos. A punto esta de incorporarse en la cama pero su cabeza la dice que no debe moverse, que debe permanecer quieta hasta que vuelva Darío. Oye como suben las escaleras y empieza a ponerse muy nerviosa. La puerta de la habitación se abre. Sin mirar hacía atrás permanece quieta oyendo los pasos.

-Ni se te ocurra mover la cabeza. Mira al frente y separa más las piernas- Oye decir a Darío-¿Qué te parece la zorrita? ¿Esta buena eh?

-Coño, Darío. Tus gustos siguen siendo igual de buenos

La voz de aquel hombre la altera aún más. Ana se siente ridícula en aquella posición, pero sigue inmóvil oyendo su propia respiración.

Nota la mano de Darío pasar por sus muslos, rozarle el coño con la mano, mientras el otro hombre que aun no ha podido ver la cara parece sentarse en una de las sillas que hay en la habitación.

-¿De donde la sacaste cabrón?- Le pregunta

-Nos dieron por error la misma casa y parece que tenemos en común mas de lo que creía ¿Verdad nena?-Darío la coge del mentón y la gira la cara hacia él.

Ana sonríe con un gesto de incomodidad. Darío se ríe y la da una palmada en el culo.

No sabe por que, no entiende nada pero aquella situación la pone cachonda. Esta expuesta ante él y ante otro hombre que no puede ver. Varias veces pensó en girar la cabeza pero estaba segura de que si así lo hacía Darío se enfadaría con ella.

-No la veo la cara- Dice la voz del desconocido- Que se gire hacía aquí.

Darío se acerca de Ana y la susurra al oído.

-Vamos mi putita, complace a mi amigo y date la vuelta ¿No lo has escuchado?

Ella entonces gira y por fin ve el rostro del hombre, sentado en la silla con las piernas separadas y el codo apoyado en el reposa-brazos de madera. Es un hombre joven de la edad de Darío con el pelo castaño y mirada desafiante. Sonríe cuando ella lo mira.

-Es muy bonita. Te felicito. Tiene unas buenas tetas, para mi gusto pequeñas, pero bien puestas y esa mirada desafiante me gusta. ¿Qué años tienes Ana?

-Treinta y dos años-Contesta ella

Darío se había sentado en la silla de al lado y permanecía en silencio mirándola .Ella se preguntaba que querría hacer con ella, por que aquel hombre estaba allí, pero no tardo en comprender que era una prueba más que la tenía preparada. El hombre prosiguió su conversación.

-Me llamo Carlos y soy amigo de Darío desde hace muchos años. Acabo de llegar al recinto turístico y estoy dos casas más abajo.

Avergonzada por su postura, a cuatro patas mirando de frente al piecero de la cama y aquel hombre que no conoce de nada sonríe de mala gana.

-Vamos Ana. Dale a mi amigo la bienvenida que se merece.

Ella lo mira sin moverse extrañada, Darío frunce el ceño.

-¿Qué no has entendido?- La espeta

Se levanta y la coge del pelo arrastrándola fuera de la cama y poniéndola de un empujón de rodillas delante de Carlos. Entonces el hombre que esboza una sonrisa burlona se baja la bragueta del pantalón y saca una enorme polla que apunto esta de darle en la cara a Ana. Ella mira Darío.

-Vamos- La dice sentándose de nuevo en la silla.

Ana se mete la polla de Carlos en la boca, el cual empujando se la clava hasta la garganta de un golpe. Chupa su rabo mientras Darío observa como lo hace.

-¡Joder!-Dice Carlos-La chupa bien tu zorrita.

Está cachonda, pero teme que Darío se de cuenta, intenta disimular que su coño empieza a mojarse pero este no tarda en ponerse detrás de ella y clavarle la polla desde atrás mientras sigue chupando la polla de su amigo. La sujeta la cabeza por los pelos. La obliga a tragársela entera mientras la bombea con fuerza una y otra vez.

Carlos empieza a gemir con fuerza y no tarda en acabar en la boca de Ana, que aunque intenta sacarla de su boca Darío se lo impide obligándola a tragarse toda la semen que salía de él. Entonces la coge por la frente apoyando la palma de la mano en ella, la empuja hacía atrás y obligándola a mirar a su amigo la sigue follando con fuerza.

-Mira la putita como le gusta que la follen duro- Dice Carlos subiéndose la bragueta de pantalón - ¿Qué pasa Anita, te vas a correr?

Ana esta cada vez más cachonda, las piernas le ceden y por reflejo apoya la mano en la pierna de Carlos que la coge de la muñeca y tira de ella hacia él. La tienen a cuatro patas Carlos la magrea las tetas mientras Darío la sigue dando embestidas. Así en esa posición que tantas veces había fantaseado Ana no tarda en acabar.

-Me voy a correr- Susurra.

Carlos la mete los dedos en la boca justo cuando ella nota una descarga de placer por su columna que la obliga a arquearse. Tiembla y se retuerce pero la tienen tan sujeta que casi no puede moverse. Entonces Darío saca su polla de dentro de ella se pone de pie y Carlos la coge del pelo la obliga a mantenerse de rodillas y la abre la boca, La semen de Darío se estampa en su cara cayéndole por la boca, el cuello y goteando por su pecho y estomago. Ella sigue convulsionándose y respirando con fuerza .Nota un golpe seco en la cara a modo bofetada. Darío la mira de pie frente a ella. Carlos sigue sentado detrás.

-¿Qué se dice?-La pregunta

-Gracias

-Buena chica-Contesta Darío-Date una ducha y vístete. Nos vamos al pueblo.

Ana se incorpora.

-Espera-Darío abre el armario y rebusca entre la ropa de Ana. Saca un vestido de tirantes azul y lo tira en la cama-Ponte esto y no te pongas bragas ni sujetador .Te quiero ligerita de ropa.

Carlos se ríe.

-Puto cabrón, no cambiaras en la vida- Le dice levantándose de la silla y saliendo por la puerta. Darío le sigue cerrando la puerta tras de sí.

Las calles del pueblo estaban llenas de gente. Es un pueblo pequeño pero muy bonito. Entran en una de las cafeterías. Ana no para de bajarse el vestido hacía bajo, al ser tan corto teme que se le vea el coño por debajo de la tela sin ropa interior y camina con cuidado.

Para su desgracia el tirante derecho no hace más que caerle y al aire que sopla le pone los pezones duros. No esta acostumbrada a no llevar ropa y la situación le incomoda.

Se sientan en una de las mesas más próximas a la ventana y la camarera no tarda en llegar.

Piden unos helados.

-¿Así que esta situación es como una apuesta entre ambos?-Pregunta Carlos

-Bueno, él cree que no soy capaz de aguantar lo que me pide- Dice Ana sonriendo- No negaré que no estoy acostumbrada y esto es nuevo para mi pero…

-Pero te gusta-Darío se come el barquillo del helado de una sentada- Y me encanta que sea así por que hasta ahora ninguna mujer con la que he estado me había seguido el juego de esta manera. Mira que cosas tiene la vida .Estas confusiones…

Carlos vuelve a reírse y mira a Ana mientras chupa el barquillo con timidez.

-Ana - Dice entonces Darío- Ve a la barra y tráeme servilletas.

-¿Pero si tienes aquí?

-Ya, pero quiero aquellas- Darío señala la barra

Se da cuenta lo que quiere hacer. Ana suspirando se levanta de la mesa. Se aproxima a la barra e intenta coger la caja de servilletas pero la barra es muy profunda y no llega. Sabe que si se inclina en exceso todo el mundo se dará cuenta de que no tiene bragas así que vuelve a intentar sujetándose el vestido con una mano cogerlas pero no llega. Mira a sus acompañantes que esperan sonrientes que se incline. Frunce el ceño, mira a su alrededor y cuando cree que nadie mira se inclina de golpe sobre la barra y el vestido se le sube con descaro.

-Dios mío que no se den cuenta, que no se den cuenta- Se dice así misma.

Coge las servilletas y se dispone a volver a la mesa. Varios hombres sentados en una de las mesas la observan estupefactos sin mediar palabra. Baja la cabeza y vuelve a su sitio avergonzada mientras aquellos hombres que acaban de verla el coño se ríen y cuchichean entre ellos. Darío la espera sonriente y saluda a los hombres de la mesa de enfrente

-Eres un cabrón- Le dice Ana sentándose

-Lo se, no me dices nada nuevo. Comete el helado y date prisa. Tengo que hacer muchas cosas.

-Yo sintiéndolo mucho tengo que irme - Dice Carlos- No vemos esta noche en mi casa

Se levanta de la mesa pasando al lado de Ana, la coge la mano y la besa.

-Un placer conocerte preciosa- Tira de ella y la levanta. La mesa de los hombres de enfrente controlan a Ana por si surge un espectáculo como el anterior.

- Lo mismo digo Carlos

El la besa en la boca y le pasa la mano por entre las piernas en medio de la cafetería. Ana se pone nerviosa al notar que todo el local esta mirando para ellos. No sabe donde meterse y la vergüenza la sube por el cuerpo mientras Carlos la besa y mete la lengua en la boca.

-La chupas de lujo- La susurra y se va.

Ana se vuelve a sentar en la mesa y acaba el helado mientras Darío la observa y se ríe. Ella esboza una leve sonrisa.

Lust

Ana no lo podía creer. De pie frente al mostrador de la casa del guarda no salía de su asombro.
-Vera señorita, no entiendo que ha pasado pero no tenemos más casitas libres- El anciano no sabía donde meterse
-He hecho 350 Km., no me puede hacer esto. No tengo donde ir ahora - Angustiada miraba al hombre esperando una solución.
La puerta de la recepción se abrió y entro un hombre alto y de complexión fuerte con el ceño fruncido y mirada desafiante. Era un hombre atractivo.
-¿Qué es lo que pasa?- Soltó de mala gana
-Señor, por error hemos alquilado la misma casita a dos personas a usted y a esta señorita. No disponemos de más y estaba yo pensando que si les cobramos por una semana solo 2 días y al tener dos pisos la casa podrían compartirla.
El hombre mira al anciano con cara de pocos amigos, mira a Ana y la repasa de arriba abajo. Ella se siente incomoda pero no puede dar la vuelta ni buscar un hotel a esas horas.
-Por mi no hay problema - Dice el hombre
El anciano mira con gesto de espera a Ana.
-Bueno... Yo tampoco y si nos va a cobrar lo que nos dice....
-Si no se preocupe sería lo mínimo que podemos hacer después de el incordio que hemos generado.

Sale por la puerta Ana es una chica muy bonita, delgada de pelo negro como el carbón y lacio que cae sobre sus hombros descaradamente, flequillo y sonrisa dulce. Pero su gesto dista mucho de su habitual dulzura. Le pesan las maletas horrores, esta agotada por el viaje y lo que creía una semana de meditar su triste fin en una relación apática con el que creía el hombre de su vida se iba a convertir en una peripecia que no acababa de creerse.
-Me llamo Darío- Le dice el hombre cogiendo las maletas- Y creo que te interesará saber que no ronco.
Ana sonríe y le agradece el gesto. Darío es un hombre serio, camina delante de ella marcándola la situación del camino que casi no se ve por la poca luz del recinto.
-¿Por qué esta aquí sola una chica como tu?- La dice
- Bueno. Por lo mismo que esta sólo un hombre como tu - Le asesta- Necesitaba pensar y relajarme fuera de la ciudad
El la mira y descarga una mueva de sorna
-Yo, vengo siempre que puedo aquí - Abre la puerta de la casa y la invita a pasar- Suelo pasarme temporadas largas aquí, Soy critico literario, y el poco ruido me ayuda a destripar libros.

Ana sonríe nuevamente. El hombre lleva unos vaqueros gastados y una camiseta deportiva blanca que le marcan las formas de su cuerpo, un bonito cuerpo que parece cuidar bastante Le recuerda a su ex en ese aspecto, suspira y sube las escaleras de la casa.
-Tienes, tres habitaciones para elegir yo me he instalado en la del fondo a la derecha. Supongo que estas cansada si te apetece y no te incomoda, me gusta cocinar y voy a hacer cena si te quieres unir...
- Sería estupendo, gracias estoy muy cansada y no iba a comer nada pero me suenan las tripas horrores y no he comprado nada aun como ves.... Te pagare la…
El se ríe.
- Ana... - La susurra dejando la bolsa en la habitación contigua a él- Con lo que nos hemos ahorrado por compartir la casa, será un placer invitarte a cenar.

La noche fue animada. Ana y Darío cenaron, charlaron y poco a poco la botella de vino se fue terminando.

Ella le contó su historia fallida de amor y desamor. Él la escuchaba atentamente. Ana se sincero bastante entre copa y copa.

-Creo que lo mejor es que deje de beber o pensaras que soy una borracha- Se ríe y da otro sorbo a la copa de vino.

Ana se siente a gusto y a medida que pasa la noche nota como los ojos de su compañero de cena empiezan a devorarla de arriba abajo.

-¿Nunca bebes?

-La verdad es que no me gusta el vino. Pero veo que en tu caso es distinto.

A la mañana siguiente un terrible dolor de cabeza la invadió todo el día. Darío se fue temprano al pueblo más cercano así que ella aprovecho para dar una vuelta por la zona rural. Cuando volvió a la casa, a eso de las tres de la tarde Darío ya había llegado y estaba sentado en el salón leyendo el periódico.

-Hola morena- La dice - ¿Has pasado bien la resaca?

-Si, bueno, todavía me duele algo la cabeza. Gracias por la cena de ayer. Me tumbaré un rato y luego iré a comprar algo al pueblo.

-Bien

Ana se tumba en la cama de la habitación después de bajar un poco la persiana. La verdad es que aquel hombre le resultaba muy atractivo. Por unos momentos se imagino como sería en la cama y se puso cachonda. Llevaba muchísimo tiempo sin follar en condiciones y la mente la traicionaba. Levantó la falda un poco y se aparto de lado las braguitas que llevaba y empezó a tocarse el coño con delicadeza. Notaba como sus dedos se iban mojando a medida que se acariciaba. Metió un dedo dentro de su coño y un leve gemido se escapó de sus labios. Se mordió el labio inferior y siguió masturbándose. Entonces la puerta de la habitación se abrió .No sabia donde meterse cuando ve a su compañero clavado en la puerta mirándola medio desnuda encima de la cama con el coño prácticamente al aire.

- Increíble-Dice Darío sin salir de su asombro.

-¿No sabes llamar a la puerta?-Avergonzada y enfadada con las mejillas ardiendo no sabia donde meterse en ese momento.

-Espera… ¿Por qué no sigues haciendo lo que estabas haciendo?-La dice

Ana le mira indignada y se pone de pie

-Sal de mi habitación por favor. Que vergüenza

-No me has entendido bien. Igual no me explique. Sigue haciendo lo que estabas haciendo.

Se acerca de ella que esta de pie colocara como un tomate

-Vamos. No me gusta repetir las cosas, Ana. Lo estabas pasando bien Sigue con ello.

Ella intenta apartarte pero Darío la empuja contra la pared de la habitación y mete su mano entre las piernas.

-Mira como estas. Estas mojada como una perra. Y te estabas metiendo el dedo como una guarra- La mete dos dedos en el coño. Ana intenta separarse otra vez pero al notar sus dedos dentro de ella gime y separa más las piernas.- Tienes el coño empapado ¿En que estabas pensando eh Ana? ¿En como te follaban?

Ella esta muy cachonda y avergonzada, pero a medida que mete sus dedos en el coño empieza a notar como sus flujos caen entre sus muslos y le empapan la mano a Darío.

-Vamos- La coge por el cuello y la tira en la cama- Haz lo que estabas haciendo

Se sienta en una butaca y la mira.

-Oye .No me hace gracia esta broma. Vale ya me has visto hacer el ridículo y me estoy muriendo de vergüenza.

-¿Broma? No entiendo. No estoy bromeando. Quiero que te quites las bragas, que separes las piernas y te metas los dedos como lo estabas haciendo cuando te pille putita.

Oírle decir eso la pone aun más cachonda pero la vergüenza solo de imaginarse la situación la pone nerviosa. Darío permanece sentado en la butaca. Sin inmutarse. La mira fijamente a los ojos intimidándola y permanece impasible.

Ana entonces reacciona y sin pensarlo dos veces le obedece. Quita las bragas mirándole mientras el sonríe ante su reacción.

-¿Ves? Eres una zorral Te gusta que te digan lo que tienes que hacer. Por eso te cansaste de tu novio. Por que era un marica sin talento. Separa las piernas y métete un dedo quiero ver como te masturbas para mi. Y mírame a los ojos cuando lo hagas.

Ana sobre la cama separa las piernas con la falda por encima del estomago. Mete un dedo dentro de su coño, nota el calor, nota su flujo inundarle la mano mientras aquel hombre la observa. La polla de Darío empieza a hincharse a medida que Ana se masturba. Piensa que jamás hubiera sido capaz de hacer aquello delante de un desconocido pero la excitación es fuerte como jamás había sentido y eso le provoca oleadas de placer que la taladran las entrañas.

Darío se levanta de la butaca y tira de sus tobillos acercándola a él.

-Eres una guarra…- La arranca la falda de un tirón- Dilo…

-Soy una guarra- Sigue tocándose mientras él levanta sus piernas hacia arriba y observa como se mete los dedos.

-Mira como te estas poniendo- La coge la muñeca la hace parar

-Por favor…

-Por favor ¿Qué? No quiero que te corras aún. Voy a follarte ese culo de zorra que tienes

-No. Eso no

Intenta soltarse de él pero la tiene cogida por los tobillos y de un movimiento la da la vuelta poniéndola bocabajo. Tira de sus largas piernas mientras se desabrocha el pantalón vaquero

-No, eso no por favor.

-¿Qué pasa Ana? ¿Tu novio no te follaba por el culo?- La dice riendo y acercando su polla hinchada.

-¡No!-Grita, pero nota como se clava en ella aquella polla sin darla tiempo a reaccionar.

Un dolor horrible la atraviesa la columna

-Shh… Quieta.- Darío sobre ella la tapa la boca con la mano mientras separa con la otra sus muslos clavándosela más adentro. Bombea con fuerza mientras ella intenta zafarse de él pero pesa demasiado y tiene mucha fuerza.

El dolor es horrible y el disfruta cuando nota que Ana comienza a llorar.

-Para por favor. Me duele mucho.

Tira de su pelo hacia atrás mientras con una embestida queda totalmente encajado dentro de su culo y para de golpe.

La coge por el cuello y la pasa la lengua por la cara mientras con la mano empieza a masturbarla. Nota una descarga de placer sintiendo la polla en el culo y los dedos de Darío penetrándola

-No me gusta que las putitas me den órdenes. Y tú, Ana eres una putita caliente que se mete el dedo cuando nadie la ve.

Empieza a ponerse cachonda, el dolor comienza a desaparecer y la polla de Darío resbala ahora con mucha más facilidad. Cada vez más adentro, con más fuerza. Una y otra vez las embestidas siguen hasta que Ana no puede más

-Me voy a correr….

Sigue follándola el culo y ella se retuerce Se agarra a los barrotes de la cama y separa las piernas aun más. Darío saca la polla, la agarra por el pelo y se acerca al oído de ella

-Te gusta que te traten como una puta ¿ Eh?

-Si…

-Límpiamela.Vamos.

Ana obedece y se la mete en la boca, chupándola una y otra vez hasta que nota como el semen le inunda la garganta y el calor le traspasa la lengua.

-Qué bien la comes putita. Quien me iba a decir a mi que una confusión me haría coincidir con tremenda zorra. Te propongo algo-Darío la mira con gesto irónico-Vamos a estar siete días en la misma casa. Y veo que te gusta lo mismo que a mí.

Se acerca de ella ajustándose el cinturón del pantalón .La coge por el mentón. Ana sigue con la falda por encima de la cintura, sobre la cama. Besa sus labios y la huele el pelo.

-Quiero que seas mi zorra. Si aceptas el juego estarás a mis órdenes y expuesta a cualquier cosa que yo decida. ¿Te gusta la idea Ana? ¿Serías capaz?

Ella le mira y se ríe con delicadeza.

-¿Acaso crees que no soy capaz de aguantar una semana? - Le dice

-No se. Aptitudes tienes, otra cosa es que tengas aguante y te quede grande esto, querida.

-No me retes. Podrías sorprendente

-¿Seguro? ¿Eres capaz después de pasar tanto tiempo follando con una marica de someterte a un hombre?

-Si, claro que si. ¿Yo que me llevo de todo esto?

Darío abre la puerta de la habitación, mira hacía atrás y la sonríe.

-Vas a descubrir lo que llevas dentro Ana, y no podrás volver a vivir nunca más como lo has hecho hasta ahora. Has aceptado, veremos ahora si eres capaz de aguantar. Empieza por ducharte me gusta que mi puta este limpia.

Cierra la puerta y se va. Ana se incorpora con el corazón aun acelerado. No sabe por qué, pero ese hombre la ha follado como nunca nadie lo había hecho y la gustaba lo que sentía. Ha hacía gozar como jamás había gozado con un hombre. Empezaba a descubrir algo en ella que dormía dentro y no conocía. Aunque se lo imaginó muchas veces en sus fantasías: ser sometida por un hombre que apenas conociera y por el cual sentía una atracción enfermiza.

Se levanto de la cama y poniéndose una fina bata que saco de la maleta se dirigió al baño por el pasillo.

miércoles, 14 de enero de 2009

Cuando estoy sin ti

Cuando estoy sin ti soy parezco suicida sin vocación, buscando morir, sin lograrlo, deseando poder vivir para encontrarte, la vocación de cualquier tonto que quiere solamente gritarle al mundo que se va a suicidar para que alguien con la suficiente locura lo detenga, parezco un negro en la nieve, perdido en un desierto blanco, tan perdido como un blanco en el Sahara, sin poder sobrevivir en las planicies heladas de mi corazón en tu ausencia.

Cuando estoy sin ti… sin ti pareciera que la noche es eterna, pero no esas hermosas noches de estrellas y luna, una noche negra sin astros, profunda como la garganta de un dragón, dispuesto a soltar la furia en cualquier momento, donde la desesperación te hace hundirte mas rápido en el vacio del alma.

martes, 13 de enero de 2009

Historia de amor (4)

La hora llego, Sophia casi se tropieza por la expectativa de salir y encontrarse con aquella curiosidad que tanto le atrae, para ella no es normal tanta seriedad, tanta frialdad en alguien, esta casi convencida que hay un niño tras, tras… (Ha preguntado tantas cosas y aun no sabe su nombre!) Se río ante su falta de atención, cuando Cat le dio la tarjeta para checar la salida, apenas y se despidió de ella.

-Hasta mañana Cat.-

-Llevas prisa picara.-

-Me esperan afuera.-

Dice levantando la mando y apenas girando el cuerpo, no se detuvo a despedirse, sus manos ya tocan la manija de la puerta saliendo al empujarla, mirando a los alrededores buscando la ambulancia, en ves de eso, encontró una motocicleta justo frente a la puerta, con un hombre fumando un cigarrillo, aunque no lo reconoció al principio, sin uniforme ni nada, y dándole la espalda, su rostro casi junta las cejas, no le agradan esas cosas, aunque aun alberga la esperanza de que no sea el, se acerca dudosa al vehiculo aparcado, cuando el hombre lanzo la colilla al trafico y se giro, abrió los ojos mas de lo normal, si era el, y no parecía el paramédico dedicado, chamarra de cuero negra, sus ropas del mismo tono, jeans y playera, las gafas son lo único que no son de ese color, teniendo los cristales amarillos, también un par de aros en la oreja izquierda, y otro mas en labio, bajo esa argolla en el labio también hay una saliente púa, todo en negro metal, aquello si que le sorprendió, para nada parecía un responsable de la salud, solo le falta el cabello largo para pasar por un rockero que toca en los bares el fin de semana, el le miro divertido, aquella cara de sorpresa es digna de un cuadro de picazo, le miro a los ojos, levantando las gafas para que no haya gafas molestando el contacto visual.

-Vamos, no muerdo.- Dice con cierto tono burlón, cruzando la motocicleta, ella pasa de el, mirándole de reojo y con cierto aire de superioridad.

- Tú no me asustas, me asusta esa cosa.-

-Vamos solo es un corcel metálico.-

-Sabes cuantas muertes causan esas cosas?- El la miro entrecerrando los ojos, con una mueca de seriedad.-Vale, si lo sabes.- Dice sonrojándose un poco.


El joven subió a la motocicleta, haciéndola sonar al encenderla, siendo casi un sonido ensordecedor, ella se estremeció mas de la cuenta al pensar en subirse en aquello que ella considera un ataúd con ruedas, pero termino subiéndose, cuando lo hizo, el le paso el casco, con una orden seca para que se lo pusiera, Sophie enfuruño el rostro, pero obedeció, apretando la correa que va debajo de la barbilla mas de lo necesario, al no tener donde sujetarse, se aferro a el con fuerza, abrazándole y pegando su cuerpo al de el, apenas sonrío cuando sintió el contacto de la chica, aun no arrancaba el vehiculo y ella parecía estar aterrada, así que se prometió que se aterraría mas arrancando de golpe el vehiculo, tomando el limite de velocidad en pocos segundos y sobrepasándolo en poco tiempo, el pesado motor de 1000 c.c. ruge cada ves que Blood mueve la muñeca, con el único fin de ceñir el aterrado cuerpo de la mujer aferrarse mas a el, aunque también ese ritmo, les lleva en poco tiempo a su destino.

domingo, 11 de enero de 2009

Historia de amor (3)

En la central de ambulancias también se hablaba de aquella insistente enfermera, es un pueblo chico, chisme grande, pero el tal Blood no ponía atención a lo que decían, o no en apariencia, el no preguntaba se limitaba a escuchar lo que los demás dicen sobre la insistencia de aquella chica al preguntar a todos los que llegan a urgencias, le parece divertida todo el revuelo que arma aquella mujer por conocer mas de el, aunque no cree que nadie le pueda dar algo en concreto que pueda ser veras en lo que a el respecta, solo pudo escuchar pocas cosas, algo así que su madre es diabética y tiene cierto problema psicológico y que tiene un hermano mayor demasiado celoso que por demás, cuentan las lenguas conecta un poco con la mafia local, esto le divertía, ella parece ser la única persona de bien que queda en su familia, ya que al parecer su padre murió hace unos inviernos, dejándola a cargo, cosa que no le extraña también es reconocida su dedicación al trabajo, así, una de sus interminables noches de guardia, escucho el radio, su código para referirse a aquella ambulancia es infernus, no lleva numero como todas las demás, aquella era especial, sus integrantes eran dantescos personajes, sus apodos los delatan Blood, Amaro y Kael, la broma dicen que tiene parte de verdad, pero entre aquellos tres hombres no era broma lo que se decía de ellos, es la ambulancia del infierno, siempre son los que van a los servicios o accidentes mas violentos por decisión propia, no les importa la muerte, parecieran dedicados a tratar de arrancar a aquella mujer con la que se baile el ultimo tango su pareja de baile, así, el apodo de la unidad también llego a los oídos de la curiosa mujer, que se pregunto otro porque y esta ves la pregunta quería descifrar el porque del nombre con el que clasificaron a aquellos tres hombres y esta fue la respuesta :

Es infernus por lo ya antes contado, son los voluntarios para arrancar a la muerte sus victimas, yendo siempre a ensuciar sus manos en el peor baño de sangre que haya disponible, aunque también es llamada así por los personajes, Amaro, este es llamado así por que en la niñez siempre era el monacillo que ayuda en las misas de la parroquia y escuela, aunque en broma también le achacan los crímenes de la película religiosa, así que visto de esa manera, es el permiso que le dan para estar dentro de la unidad, Kael, este suena mas peligroso y en parte lo es, cuando no esta en el trabajo, esta haciendo cosas que nadie quiere saber, pero casi siempre llega con heridas en las manos, nadie pregunta, ya que aunque es divertido y de ocurrencias alegres, esa chispa se esfuma cuando se le acerca la pregunta del porque de las cicatrices, una perfecta doble vida.


Sophia casi salta de su silla cuando Cat le mando llamar, pero no fue un simple “ven” tenia un curioso toque de complicidad al mencionar un “te buscan” no le dijeron quien, mucho menos sabían a quien le permitirían visitarle en el hospital, cuando llego a la sala de enfermeras y no encontró a nadie busco alrededor, una risita de dos compañeras le hizo voltear interrogante a ellas.

-Aquí no tonta, en urgencias.- Ahí si que le da un infarto, sus ojos se abrieron grandes, tal vez tanta insistencia diera resultado y no es que estuviera enamorada de el, le causaba gran curiosidad la historia que le han contado de el y aquella calma que tenia a pesar de su trabajo, mucho mas estresante que el suyo, así, tuvo que aguantar las ganas de correr al ascensor, solo para pincharle y salir a la planta baja, donde se encuentra la sala de urgencias, que encontró vacía, pero todos ya estaban preparados para prestar oreja y escuchar a aquella extraña pareja, la mas alegre del hospital y el mas serio de los paramédicos, así, uno de los médicos señalo la puerta de acceso a las ambulancias.

Ella salio por donde le indicaban y ahí estaba el, recargando la espalda en la ambulancia, mirándole fijamente, ella bajo la mirada al sentir los penetrantes ojos marrones en ella, el sonrío de medio lado, sonrisa que ella paso por alto al no tener la vista puesta en su rostro, pero se acerco a el.

-Espero no interrumpir tu trabajo.-

-No lo haces, pero que haces aquí, tu trabajo?- El golpeo la ambulancia con un puno, divertido.

-Viene con migo, además, me entere que preguntas por mi.- El rostro femenino se puso rojo como el tomate al escuchar aquello.

-Lo siento.-

-Descuida, vine a decirte que vengo por ti cuando salgas para que puedas responder tus preguntas.- Ella levanto la vista, posando sus ojos en los de el sorprendida, aquello si que no lo esperaba, quedándose sin nada que decir, pareció ver en sus ojos una sonrisa que no revelo su rostro. – A que hora sales?-

- A las Ocho, estas libre a esa hora?-

- Lo estaré y sal temprano, no me gusta esperar mucho a la gente.- Dice aquello dándose la vuelta para caminar al asiento del copiloto, cuando la puerta se cerro el motor ya estaba encendido y partió dejándola ahí, sin habla, regresando por donde vino, encontrando a todos pegados a la puerta por lo que río, contenta, casi bailando de regreso a su puesto de trabajo.

Historia de amor (2)

La mujer sonriente, con los rizos recogidos bajo la cofia estaba ahora en cuidados intensivos, no recuerda hace cuanto que vio al hombre de la ambulancia fumar su cigarrillo, pero si lo recuerda a el, en una habitación, donde una mujer mayor reposaba en un coma, como todas las tardes desde aquel día, le habla de el, se lo imagina, hila los rumores y las respuestas a sus preguntas, preguntas que ha hecho a los compañeros de ambos, respuestas divertidas y curiosas, así, ella, en su monologo, le habla a la mujer que escucha como todas las tardes desde que esta ahí, esa dulce voz.

-Es raro, no ha venido ya, solo le vi. una vez, esos ojos oscuros, ese mirar firme, su voz, me dijo dos palabras, pero tiene una voz profunda.-una pequeña risita interrumpió sus memorias, su propia risa de niña pequeña.- Dice Cat que no tiene mujer, que es serio, apenas habla y hace bien su trabajo, dicen que es el mejor haciendo lo que hace, pero que es muuuuy callado, su compañero, el otro día vino, tenían un hombre quemado, pero después platicamos, le pregunte por el, le llaman Blood, significa sangre, dice que es una abreviación de cuando era estudiante, le decían doctor sangre, así que lo dejaron en Blood, no me quiso decir porque, cuando le pregunte al otro que venia con el, puso cara de espanto, supongo que es nuevito en esto, pero me dijeron unas compañeras de urgencias que es porque siempre le tocan los servicios mas sangrientos, donde casi siempre muere gente y dicen que le gusta, por eso su apodo, pero no les creo, dicen que lo tiene desde estudiante, otro me dijo que le dicen así porque en las practicas de estudios era el que siempre sin importar cuanta sangre hubiera, metía primero las manos y salía ensangrentado, me gusta mas esa, no le importa ensuciarse para ayudar a los demás, pero no se.- Hizo una pequeña pausa para mirar el reloj, casi saltando de la silla.- Me tengo que ir, me dieron solo 15 minutos para visitarte, nos vemos mañana.- Dice aquello levantándose de la silla para besarle la frente e irse de nuevo a trabajar.


-Has escuchado lo que dicen?-

-Si.-

-Pregunta demasiado, solo la viste una ves, que le dijiste?-

-Nada, ella hablo.-

-Te envidio, siempre ligando con todos y nunca dices nada.-

El solo dio una calada al cigarrillo, estaban en el descanso de la guardia, fuera de la ambulancia en la plaza principal, las personas les veían al pasar, al que llaman Blood, solo encogió un hombro cuando su compañero, le dio un codazo para que mirara al par de chicas que les decían piropos.

-No molestes Amaro.-

-Ya de acuerdo, espera que sepa como le llaman a nuestra unidad.-

-No me interesa que se entere.-

-Que se entere quien?- Pregunto una vos desde dentro, al tiempo que salía otro hombre de la parte trasera de la unidad.

-Una ardiente enfermera que pregunta por el, el muy desgraciado solo la ha visto una ves y ya la tiene enamorada.-

-En serio Blood?- El aludido se encogió de hombros como respuesta.- Ey Amaro dime tu.-

-No lo haré, sabes como se pone cuando le preguntas cosas sobre el así que no molestes Kael.-

-Vale, vale, solo quería saber.-

-Si claro.-

Historia de amor (1)

Conozco una historia de amor, sencilla y tierna, de esas que creemos solo se pueden dar en los cuentos de hadas, tan fantásticas y extrañas, tan románticas y apasionantes, que parecen falsas aun en los libros de literatura fantástica, es una historia, de dos personajes sin nombre, sin tiempo ni espacio, somos tu, el nosotros, todos participamos en esta historia, porque siempre, en cada uno de nosotros, hay una ilusión de tener un amor, un amor por el cual dar la vida… o resistirla.


Ella, caminaba por las calles de una ciudad pequeña y prospera, vivía en las afueras de esta, lo que es considerado ya la zona rural, su casa tenia una parcela que daba para comer, pero siempre hay mas gastos que solo la comida, así que tomaba el autobús a su pequeña y linda ciudad en la que trabajaba de enfermera, el hospital es como todos, blanco por dentro y por fuera, al igual que aquel pulcro uniforme que llevan todos los que laboran ahí, abrió la puerta dedicada al personal, todos ahí la conocían y eso es por su amabilidad, saluda a todo aquel que se encuentra a su paso, y esos pequeños pasos la llevaron al mostrador, donde con una sonrisa y su voz siempre alegre y cantarina.

-Hola Catalina.- Dijo con aquella suave voz que hizo que la aludida levante la cabeza y mire el reloj de pared.

- Hola, llegas temprano como siempre.- Dice tomando la tarjeta que le extiende, ella la toma, sonreído divertida.

-El deber llama y lo sabes Cat.-

-Ojala todas pensaran como tu.- Dice la jefa del personal cuando ve como la chica pasa la tarjeta por el reloj chocador y se la regresa.- Hoy quédate en urgencias, es día festivo, así que habrá mas de un ingreso.-

- Jajajajaja, siempre tan apocalíptica Cat, relájate de vez en cuando te vendría bien.-

-Si, si, anda, que te están esperando.-

La chica divertida le guiño un ojo antes de lanzarle un besito con los dedos yendo al área de urgencias, ya venia con el uniforme puesto, solo acomodo sus largos rizos bajo la cofia antes de entrar al área de enfermeras y lavarse las manos.


El radio de la central del hospital sonó, siempre que sonaba no era muy buena señal, es trabajo y el trabajo urgente en términos de salud, cuando no se hace bien, muere gente, la chica tomo el radio, intercambio unas rápidas palabras, llegarían en poco menos de cinco minutos, pronto puso sobre aviso a los médicos, que apenas la saludaron al tener que preparar la sala de atención, como siempre a ella le tocaba proporcionar los insumos y en poco tiempo tenia listos todos los insumos y el instrumental listo para ser usado, pronto las puertas se abrieron y la camilla con una mujer entro, llevaban prisa aquellos hombre de uniforme azul y rojo, con bandas de color amarillo en la tela, los paramédicos dejaron a la mujer en el cubículo que indico el medico y salieron, médicos y enfermera desaparecieron de la vista, mientras aquellos dos que entraron corriendo, respiraban un poco y salían a fumar un cigarrillo, divertida, regreso la enfermera junto con ellos.

-En un rato van por la camilla, aun no dará a luz.- Uno de aquellos dos hombres lanzo la colilla, como le fastidiaba que lo trajeran corriendo cuando aun no había peligro, el otro se quedo en su sitio, apenas mirando a la mujer con el cigarrillo entre los dedos.

-Sabes que eso daña tu salud?- Pregunto divertida.

-Lo se, pero tranquiliza.- Los ojos del hombre están clavados al frente su compañero ya comenzó a limpiar la ambulancia, mientras el terminaba aquel cigarrillo, en cambio, los ojos de ella le repasaban, mas alto, claro, ella apenas alcanzaba los 1.65 mts. pero el le sacaba ventaja por una cabeza, ya que según los cálculos de ella, seria de 1.85 mts. moreno y de cabello negro, sus ojos casi llegaban a ser tan oscuros como sus cabellos, le sonrío, sonrisa que el no alcanzo a ver, la sonrisa de ella es dulce como todo lo que hace, se le hacia raro ver a alguien de tes un poco oscura, en aquel país donde los albos predominan, así, con aquella sonrisa soltó un “cuídate” antes de desaparecer ella en el hospital, el en su ambulancia.

jueves, 1 de enero de 2009

Final?

Lo divertido de que algo termine es que siempre sucede, el año acaba, pero después de 365 días siempre sucede, le quita la emoción al asunto…

Así, cada cosa termina, pero el fin no es mas que el principio (cuantas veces no e escuchado esa frase trillada) pero por algo repetido como un numero nuevo a la anotación de la fecha del diario de nuestra vida, no es tan relevante (el hecho en si, pero como humanos todo significa algo) así, nosotros, (o al menos en mi país) tomamos un racimo de 12 uvas y una promesa por cada mes, para mejorar algo en nuestra vida, solamente ritos, promesas y buenos deseos, (que pasan una vez al año todos los años) ponemos nuestras esperanzas en ese nuevo día que comienza, en ese nuevo día que representa un año mas vivido (cosa poco cierta, nuestro cumpleaños si representa un año mas vivido) el día para cambiar para mejorar lo vemos una sola ves, pasamos otros 364 días como el mas mediocre de los humanos, y en nuestra mente, un solo día(que debería ser todos los días) se forman las ansias de mejorar, hacemos un recuento y un plan a largo plazo (que generalmente suele fracasar) así, ni siquiera se cual es el fin de toda esta parrafrasada (aunque se me ocurre algo) solo se que no haré planes a largo plazo, solamente se que hoy seré mejor que ayer y mañana pasara igual, día a día, puede que tenga un resultado mejor que un plan que lleva todo un año en poder ser evaluado.