domingo, 25 de enero de 2009

Lust

Ana no lo podía creer. De pie frente al mostrador de la casa del guarda no salía de su asombro.
-Vera señorita, no entiendo que ha pasado pero no tenemos más casitas libres- El anciano no sabía donde meterse
-He hecho 350 Km., no me puede hacer esto. No tengo donde ir ahora - Angustiada miraba al hombre esperando una solución.
La puerta de la recepción se abrió y entro un hombre alto y de complexión fuerte con el ceño fruncido y mirada desafiante. Era un hombre atractivo.
-¿Qué es lo que pasa?- Soltó de mala gana
-Señor, por error hemos alquilado la misma casita a dos personas a usted y a esta señorita. No disponemos de más y estaba yo pensando que si les cobramos por una semana solo 2 días y al tener dos pisos la casa podrían compartirla.
El hombre mira al anciano con cara de pocos amigos, mira a Ana y la repasa de arriba abajo. Ella se siente incomoda pero no puede dar la vuelta ni buscar un hotel a esas horas.
-Por mi no hay problema - Dice el hombre
El anciano mira con gesto de espera a Ana.
-Bueno... Yo tampoco y si nos va a cobrar lo que nos dice....
-Si no se preocupe sería lo mínimo que podemos hacer después de el incordio que hemos generado.

Sale por la puerta Ana es una chica muy bonita, delgada de pelo negro como el carbón y lacio que cae sobre sus hombros descaradamente, flequillo y sonrisa dulce. Pero su gesto dista mucho de su habitual dulzura. Le pesan las maletas horrores, esta agotada por el viaje y lo que creía una semana de meditar su triste fin en una relación apática con el que creía el hombre de su vida se iba a convertir en una peripecia que no acababa de creerse.
-Me llamo Darío- Le dice el hombre cogiendo las maletas- Y creo que te interesará saber que no ronco.
Ana sonríe y le agradece el gesto. Darío es un hombre serio, camina delante de ella marcándola la situación del camino que casi no se ve por la poca luz del recinto.
-¿Por qué esta aquí sola una chica como tu?- La dice
- Bueno. Por lo mismo que esta sólo un hombre como tu - Le asesta- Necesitaba pensar y relajarme fuera de la ciudad
El la mira y descarga una mueva de sorna
-Yo, vengo siempre que puedo aquí - Abre la puerta de la casa y la invita a pasar- Suelo pasarme temporadas largas aquí, Soy critico literario, y el poco ruido me ayuda a destripar libros.

Ana sonríe nuevamente. El hombre lleva unos vaqueros gastados y una camiseta deportiva blanca que le marcan las formas de su cuerpo, un bonito cuerpo que parece cuidar bastante Le recuerda a su ex en ese aspecto, suspira y sube las escaleras de la casa.
-Tienes, tres habitaciones para elegir yo me he instalado en la del fondo a la derecha. Supongo que estas cansada si te apetece y no te incomoda, me gusta cocinar y voy a hacer cena si te quieres unir...
- Sería estupendo, gracias estoy muy cansada y no iba a comer nada pero me suenan las tripas horrores y no he comprado nada aun como ves.... Te pagare la…
El se ríe.
- Ana... - La susurra dejando la bolsa en la habitación contigua a él- Con lo que nos hemos ahorrado por compartir la casa, será un placer invitarte a cenar.

La noche fue animada. Ana y Darío cenaron, charlaron y poco a poco la botella de vino se fue terminando.

Ella le contó su historia fallida de amor y desamor. Él la escuchaba atentamente. Ana se sincero bastante entre copa y copa.

-Creo que lo mejor es que deje de beber o pensaras que soy una borracha- Se ríe y da otro sorbo a la copa de vino.

Ana se siente a gusto y a medida que pasa la noche nota como los ojos de su compañero de cena empiezan a devorarla de arriba abajo.

-¿Nunca bebes?

-La verdad es que no me gusta el vino. Pero veo que en tu caso es distinto.

A la mañana siguiente un terrible dolor de cabeza la invadió todo el día. Darío se fue temprano al pueblo más cercano así que ella aprovecho para dar una vuelta por la zona rural. Cuando volvió a la casa, a eso de las tres de la tarde Darío ya había llegado y estaba sentado en el salón leyendo el periódico.

-Hola morena- La dice - ¿Has pasado bien la resaca?

-Si, bueno, todavía me duele algo la cabeza. Gracias por la cena de ayer. Me tumbaré un rato y luego iré a comprar algo al pueblo.

-Bien

Ana se tumba en la cama de la habitación después de bajar un poco la persiana. La verdad es que aquel hombre le resultaba muy atractivo. Por unos momentos se imagino como sería en la cama y se puso cachonda. Llevaba muchísimo tiempo sin follar en condiciones y la mente la traicionaba. Levantó la falda un poco y se aparto de lado las braguitas que llevaba y empezó a tocarse el coño con delicadeza. Notaba como sus dedos se iban mojando a medida que se acariciaba. Metió un dedo dentro de su coño y un leve gemido se escapó de sus labios. Se mordió el labio inferior y siguió masturbándose. Entonces la puerta de la habitación se abrió .No sabia donde meterse cuando ve a su compañero clavado en la puerta mirándola medio desnuda encima de la cama con el coño prácticamente al aire.

- Increíble-Dice Darío sin salir de su asombro.

-¿No sabes llamar a la puerta?-Avergonzada y enfadada con las mejillas ardiendo no sabia donde meterse en ese momento.

-Espera… ¿Por qué no sigues haciendo lo que estabas haciendo?-La dice

Ana le mira indignada y se pone de pie

-Sal de mi habitación por favor. Que vergüenza

-No me has entendido bien. Igual no me explique. Sigue haciendo lo que estabas haciendo.

Se acerca de ella que esta de pie colocara como un tomate

-Vamos. No me gusta repetir las cosas, Ana. Lo estabas pasando bien Sigue con ello.

Ella intenta apartarte pero Darío la empuja contra la pared de la habitación y mete su mano entre las piernas.

-Mira como estas. Estas mojada como una perra. Y te estabas metiendo el dedo como una guarra- La mete dos dedos en el coño. Ana intenta separarse otra vez pero al notar sus dedos dentro de ella gime y separa más las piernas.- Tienes el coño empapado ¿En que estabas pensando eh Ana? ¿En como te follaban?

Ella esta muy cachonda y avergonzada, pero a medida que mete sus dedos en el coño empieza a notar como sus flujos caen entre sus muslos y le empapan la mano a Darío.

-Vamos- La coge por el cuello y la tira en la cama- Haz lo que estabas haciendo

Se sienta en una butaca y la mira.

-Oye .No me hace gracia esta broma. Vale ya me has visto hacer el ridículo y me estoy muriendo de vergüenza.

-¿Broma? No entiendo. No estoy bromeando. Quiero que te quites las bragas, que separes las piernas y te metas los dedos como lo estabas haciendo cuando te pille putita.

Oírle decir eso la pone aun más cachonda pero la vergüenza solo de imaginarse la situación la pone nerviosa. Darío permanece sentado en la butaca. Sin inmutarse. La mira fijamente a los ojos intimidándola y permanece impasible.

Ana entonces reacciona y sin pensarlo dos veces le obedece. Quita las bragas mirándole mientras el sonríe ante su reacción.

-¿Ves? Eres una zorral Te gusta que te digan lo que tienes que hacer. Por eso te cansaste de tu novio. Por que era un marica sin talento. Separa las piernas y métete un dedo quiero ver como te masturbas para mi. Y mírame a los ojos cuando lo hagas.

Ana sobre la cama separa las piernas con la falda por encima del estomago. Mete un dedo dentro de su coño, nota el calor, nota su flujo inundarle la mano mientras aquel hombre la observa. La polla de Darío empieza a hincharse a medida que Ana se masturba. Piensa que jamás hubiera sido capaz de hacer aquello delante de un desconocido pero la excitación es fuerte como jamás había sentido y eso le provoca oleadas de placer que la taladran las entrañas.

Darío se levanta de la butaca y tira de sus tobillos acercándola a él.

-Eres una guarra…- La arranca la falda de un tirón- Dilo…

-Soy una guarra- Sigue tocándose mientras él levanta sus piernas hacia arriba y observa como se mete los dedos.

-Mira como te estas poniendo- La coge la muñeca la hace parar

-Por favor…

-Por favor ¿Qué? No quiero que te corras aún. Voy a follarte ese culo de zorra que tienes

-No. Eso no

Intenta soltarse de él pero la tiene cogida por los tobillos y de un movimiento la da la vuelta poniéndola bocabajo. Tira de sus largas piernas mientras se desabrocha el pantalón vaquero

-No, eso no por favor.

-¿Qué pasa Ana? ¿Tu novio no te follaba por el culo?- La dice riendo y acercando su polla hinchada.

-¡No!-Grita, pero nota como se clava en ella aquella polla sin darla tiempo a reaccionar.

Un dolor horrible la atraviesa la columna

-Shh… Quieta.- Darío sobre ella la tapa la boca con la mano mientras separa con la otra sus muslos clavándosela más adentro. Bombea con fuerza mientras ella intenta zafarse de él pero pesa demasiado y tiene mucha fuerza.

El dolor es horrible y el disfruta cuando nota que Ana comienza a llorar.

-Para por favor. Me duele mucho.

Tira de su pelo hacia atrás mientras con una embestida queda totalmente encajado dentro de su culo y para de golpe.

La coge por el cuello y la pasa la lengua por la cara mientras con la mano empieza a masturbarla. Nota una descarga de placer sintiendo la polla en el culo y los dedos de Darío penetrándola

-No me gusta que las putitas me den órdenes. Y tú, Ana eres una putita caliente que se mete el dedo cuando nadie la ve.

Empieza a ponerse cachonda, el dolor comienza a desaparecer y la polla de Darío resbala ahora con mucha más facilidad. Cada vez más adentro, con más fuerza. Una y otra vez las embestidas siguen hasta que Ana no puede más

-Me voy a correr….

Sigue follándola el culo y ella se retuerce Se agarra a los barrotes de la cama y separa las piernas aun más. Darío saca la polla, la agarra por el pelo y se acerca al oído de ella

-Te gusta que te traten como una puta ¿ Eh?

-Si…

-Límpiamela.Vamos.

Ana obedece y se la mete en la boca, chupándola una y otra vez hasta que nota como el semen le inunda la garganta y el calor le traspasa la lengua.

-Qué bien la comes putita. Quien me iba a decir a mi que una confusión me haría coincidir con tremenda zorra. Te propongo algo-Darío la mira con gesto irónico-Vamos a estar siete días en la misma casa. Y veo que te gusta lo mismo que a mí.

Se acerca de ella ajustándose el cinturón del pantalón .La coge por el mentón. Ana sigue con la falda por encima de la cintura, sobre la cama. Besa sus labios y la huele el pelo.

-Quiero que seas mi zorra. Si aceptas el juego estarás a mis órdenes y expuesta a cualquier cosa que yo decida. ¿Te gusta la idea Ana? ¿Serías capaz?

Ella le mira y se ríe con delicadeza.

-¿Acaso crees que no soy capaz de aguantar una semana? - Le dice

-No se. Aptitudes tienes, otra cosa es que tengas aguante y te quede grande esto, querida.

-No me retes. Podrías sorprendente

-¿Seguro? ¿Eres capaz después de pasar tanto tiempo follando con una marica de someterte a un hombre?

-Si, claro que si. ¿Yo que me llevo de todo esto?

Darío abre la puerta de la habitación, mira hacía atrás y la sonríe.

-Vas a descubrir lo que llevas dentro Ana, y no podrás volver a vivir nunca más como lo has hecho hasta ahora. Has aceptado, veremos ahora si eres capaz de aguantar. Empieza por ducharte me gusta que mi puta este limpia.

Cierra la puerta y se va. Ana se incorpora con el corazón aun acelerado. No sabe por qué, pero ese hombre la ha follado como nunca nadie lo había hecho y la gustaba lo que sentía. Ha hacía gozar como jamás había gozado con un hombre. Empezaba a descubrir algo en ella que dormía dentro y no conocía. Aunque se lo imaginó muchas veces en sus fantasías: ser sometida por un hombre que apenas conociera y por el cual sentía una atracción enfermiza.

Se levanto de la cama y poniéndose una fina bata que saco de la maleta se dirigió al baño por el pasillo.

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