domingo, 15 de marzo de 2009

Historia de amor (11)

Cuando salieron de la tienda Javier ya había arreglado la compra del vestido, lo mandarían a casa un mes antes de la boda, la tomo por la cintura, mirándole, divertido le dio una firme nalgada, ella caminaba incomoda a un lado de el, siendo asida por la cintura y el rostro como un tomate, aunque su cuerpo la delataba, los pezones resaltan sobre la solera, sus muslos sentían el calor que emana de su cuerpo en forma liquida, Javier la pasea un poco mas por el centro de la ciudad, llevándola a una cafetería, ella pidió su capuchino de vainilla, el su expresso, la mano de Javier jugaba bajo el mantel de la mesa a acariciar las piernas de su mujer, mientras ella, aun se ponía algo mas roja, con el mirándole divertido, las manos se colaban sin pudor por el interior de sus muslos, acariciando la húmeda entrepierna, sonrió al comprobar aquello, y mas aun cuando ella suspiro de placer, los pezones relucen duros bajo la tela, el mesero cuando paso enfrente les miro con cierto descaro, cosa que Javier noto, mas no dijo mucho, solo le sonreía a ella, Sophia trataba de tomar su café con tranquilidad pero no pude hacer mucho con la mano juguetona recorriendo su piel.

-Te diviertes?-

-No me digas que tu no pequeña.- Sophia bajo la mirada con una picara sonrisa dibujada en su rostro.

-Si me darás mi boda?- Javier sonrió de medio lado mirándole, ladeo un poco la cabeza con sonrisa enigmática.

-Tendrás que convencerme.- Al escuchar aquello Sophia hiso morritos de berrinche.

-Que otra prueba quieres de que te pertenezco.-

-No puse eso en duda, solo convénceme de hacerlo.- Sophia arrugo la nariz y los labios, mirando aun su taza larga.

-Para eso tendremos que llegar a casa.- Dijo en un susurro coqueto, jugueteando un poco con la taza.

-No necesariamente.- Javier sonrió de medio lado, viendo a una chica que levanta los ojos sorprendida, cosa que arranco una carcajada de él. – No pongas esa cara.-

-Pero que es lo que acabas de decir.-

-Tú sabes como convencerme, pero si quieres vayamos a casa.-

-Si.-


El camino a casa duro relativamente poco, en la motocicleta de Javier llegan rápido a todos lados, solo que esta ves no la lleva a la casa de ella en las afueras de la ciudad, van a su departamento un quinto piso en un edificio con vista a la bahía de la pequeña ciudad, el sabe que pronto tendrá que dejar aquella vista, pero espera que ella se venga un tiempo antes de tener a los niños, no era la primera ves que Sophia entra al departamento de Javier, ya había pasado algunas semanas viviendo esporádicamente juntos, el parecía resistirse un poco a la idea de ir con ella a su casa en las afueras, y le daba la razón, allá tendrían que estar con su hermano y su madre, aquí estarían los dos solos para hacer lo que deseen, así, ella se contorneaba por delante de el cuando abrió la puerta, adentrándose en el hogar que el deseaba fuera el mutuo, sabia que tenia los ojos de Javier pegados a su figura, supone que había sido buena modelo de no ser por el celoso de su hermano, pero ahora tampoco cree que Javier la deje deambular por las pasarelas, así, salió el balcón para mirar el mar.


Javier salió tras ella, cuando cerro la puerta del departamento, en el camino había tomado el control del reproductor de música, encendiéndolo en el disco que había, abrazo a Sophia por la espalda cuando la alcanzo en el balcón pegando su cuerpo al de ella, le beso y le mordió un poco los hombros, sabiéndose solos, el parecía no recatar en las caricias de sus labios a la piel de ella, sus manos se entrelazaban en el vientre femenino, mientras ella echando la cabeza atrás, acariciaba la nuca y la otra tomaba la cadera, pegando mas esta a sus nalgas.

-Quieto.- Fue el susurro que apenas y salía de sus labios, ya que la respiración se le aceleraba con cada mordida, sin contar que empezaba a sentir la erección bajo la tela, el no parecía obedecer, y ella sabia que no lo haría, las manos masculinas bajaban los tirantes de la solera, para dejarla caer hacia el vientre y tomar los senos desnudos, las manos no eran precisamente las suaves de un cirujano, eran pesadas y algo ásperas, los dedos se divertían retorciendo un poco los pezones, amasaban los senos, mientras la erección continuaba creciendo a la espalda de ella. La humedad escurría por la parte interior de sus muslos, inclino su cuerpo hacia adelante posando sus manos en el barandal, empujando así mas contra la erección masculina, las manos de él bajaron para bajar por completo la solera, teniéndola desnuda y reclinada, se arrodillo tras ella para separar las nalgas y lamer su interior, la lengua recorría todo lo que hay dentro, jugando con el sexo femenino, lamiendo y dilatando el esfínter, solo cuando los gemidos anunciaban el clímax aumentaba el paso, al pasar este, no dudo en penetrarla con violencia, tomando lo que es suyo sin recato alguno, tomando todo el cuerpo de aquella a la que cuida, aquella a la que pertenece y le pertenece, inundándola y sembrándola, amándose.

No hay comentarios.: