sábado, 7 de marzo de 2009

Historia de amor (7)

Ya no pasaban días sin saber de él, ahora casi todos los días le mandaba un mensaje a su celular, con un buenos días o algo similar, cosa que por alguna razón Sophia agradecía y respondía entusiasmada, también salían casi cada fin de semana, si el horario de el lo permitía, ya que sus guardias, eran los viernes y sábado en la noche, pero aun así, el buscaba un hueco para estar con ella, cualquier momento en el que pudiera tomar su corcel metálico para poder escaparse con ella era bienvenido, no saben muy bien cuanto tiempo pasaba desde el primer día que charlaron, aun lo hacían, no dejaban de hablar entre ellos, compartían sus sueños, ilusiones, él, poco a poco se fue adentrando en la vida de ella, descubriendo sus temores, sabiendo de la situación en la que vivía, mientras ella hacia lo mismo, sumergiéndose ambos en una pequeña esfera que nadie se atrevía a tocar, parecían tan felices entre ellos cosa no muy alejada de la realidad, lentamente, casi pasaba un año entre salidas y conversaciones, ya nadie se cuestionaba si eran pareja, actuaban y se nombraban como tales, era curioso el cambio que aquella chica provoco en el antes serio y frio Javier, ahora este reía y hacia chistes, si, no hay mucha emoción, solo los hacia cuando esta con ella, ella entre tanto, le entrega poco a poco su corazón y su vida, cosa que el no dudaba también en entregar, poco a poco, se iban haciendo uno, es inexplicable o al menos para mi, el pequeño narrador, la sensación de el, tenia a alguien a la quien cuidar, alguien en quien confiar, eso era algo totalmente nuevo, mientras ella, lentamente también, con ese indescriptible sentimiento, sabe que lo tiene que cuidar, sabe que hay alguien en el que puede confiar.


Ese día, un pequeño jueves, de esos jueves cobardes donde el sol se va ocultando, esos días que se guardan en la memoria, ambos estaban en la finca de la familia de la chica, tenia la ventaja de que a él le gusta el campo y se podía pasar horas en el, quieto, mirando de solo sayo, no estaban muy lejos de la carretera, hay es donde vivía la mujer de Javier, ahí es donde Sophia tenia su guarida, ambos miraban el ocaso, sentados sobre una pequeña manta, tenían una botella de vino tinto dispuesta, casi a la mitad, las copas están ante ellos, el la abrazaba por los hombros, ella descansa su cabeza en el de él, ese es otro jueves cobarde, otro día para recordar, porque lo que pocos saben es que un pequeño detalle se cuela en las finas y pequeñas manos de la mujer, uno de sus dedos posee algo que nunca antes había tenido, Javier había hecho esa broma alguna ves, pero ahora, había un dedo que poseía una pequeña alianza, un anillo de oro blanco con un pequeño diamante, algo sencillo y bello como ella. Así, así fue como los encontró la noche, abrazados y mirando al sol morir, ese día, ella ya era su prometida siempre fue su mujer y su amante, pero eso queda atrás, uniéndose a ser su mujer, y el siempre fue su hombre, su guardián, un papel tan clásico que todos tachan de machista, pero así es aun, un detalle hermoso, que alguien cuide de ti, y que tu te entregues a aquel que te protege, sin importar cual sea tu papel.

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