domingo, 8 de marzo de 2009

Historia de amor (8)

El viernes Sophia llego como cualquier otro día al hospital, sonriente y amable, saludando a todos al pasar, pero se notaba que la alegría desborda en ella, casi baila de camino a la central de enfermeras, nadie le dice nada, solo se unen a sus bromas pasajeras y sonríen al verla, siempre es agradable contar con alguien alegre en el trabajo y nadie pensaba opacar a la dulce mujer que hacia sus vidas un poco mas agradables, cuando la chica cogió la tarjeta para pasarla por el reloj, Cat le tomo por la muñeca, un movimiento excesivamente rápido considerando que se supone estaba distraída.

-Ya se por que vienes tan alegre.

-A si?- Sophia puso un toque de desafío en su voz, pero Cat rio al verla.

-Vamos tontita, se te olvido quitártelo.- Cat doblo la mano de su compañera para que ella misma viera de nuevo el anillo que lleva, esta se puso roja como un tomate en el acto. – Déjalo, úsalo solo por hoy.- Sophia rio, divertida, mirándola sin saber que decir.

-Me caso Cat! Me caso!- Aquellos gritos alertaron a mas de uno pero sus compañeros aplaudieron, y se aceraron curiosos a escuchar.

- Eso ya lo vi, pero quien es el afortunado? – Sophia puso una cara divertida de ironía, dejando caer los hombros.

- Con Javier, con quien esperabas, e salido con el por mas de un año.- Ahora mas de uno puso cara de sorpresa, Javier, el paramédico, eso si es algo nuevo.

-Pero si la última vez que supimos de él fue en tu cumpleaños.-

-Lo se, pero hemos salido todo el año y si, lo amo.- Cat soltó una divertida risa, mirándole.

-Quien lo viera, ese si es un tipo con suerte.-

-Los dos tenemos suerte.-

Sentencio con una sonrisa checando su tarjeta y yendo por sus portapapeles dispuesta a empezar su turno, claro, aquella conversación oída por mas de un metiche se corrió por el personal como pólvora, el arisco Blood le propuso matrimonio a la chica mas dulce y parlanchina del lugar, eso si que era un chisme para contar.


A la mitad de su turno Sophia no aguantaba mas por ir a visitar a su amiga, si, la misma señora de siempre, aquella que no se puede mover, que el coma a tenido ahí mas de un par de años, abrió la puerta de la habitación con los mismos tres toques a la puerta, solo por educación, ya que sabia que lamentablemente no le podía contestar, ella era la única de sus amigas que sabia que había salido con Javier estos meses, si, también lo sabían unas cuantas de sus amistades, pero por alguna razón, no se lo había dicho a muchas personas, ahora quería terminar de contarle el cuento de su romance, para empezar el de su matrimonio.

-Hola cielo, como has estado. – Posa suavemente la mano de ella entre las suyas, sentándose a su lado en la cama. – Sabes, ayer me pidió matrimonio, estoy tan feliz, no sabes lo que significa para mi, bueno si lo has de saber, sabes mas de mi que yo misma, no me digas eso, si me conozco, tu lo sabes todo eres a la única que le e contado mis encuentros con él, así que no vayas a decir nada, si ya se que no les dirás, pero te lo tengo que recordar, recuerdas la primera ves que me llevo al campo a ver el atardecer e hicimos el amor, si ese mismo, fue la primera ves que estuve con un hombre, en ese mismo sitio me pidió matrimonio, y yo no podía decir que no, soy suya, si no te preocupes, el también es mío, además bien sabes que soy muy celosa, si alguien se le acerca o ve de mas a una chica me pongo como gato. – Sophia rio suavemente, mirando a su interlocutora, le quito con suavidad un mechón de cabello de la frente.- El es mi hombre, le amo cariño, no sabes que tan feliz estoy de poder ser su mujer, aunque el muy tonto me deje sin sentarme a veces. – soltó otra risa furtiva.- Eso te lo contare luego, pero si, me quiero casar, el también lo veo muy entusiasmado, ya quiere que tengamos un niño, imagínalos morenos como el y los ojos de color como los míos, serán hermosos, no puedo esperar por que tengamos un crio, poder cuidarlo y demás, y estoy segura que el será un buen padre, severo pero lo será, me tengo que ir cielo, no vengo hasta el lunes, así que cuídate si.- Cuando se levanta, le besa la frente, revisa su reloj, paso los diez minutos de siempre, no era un trabajo social aquello, era un placer ir, pero tenia otras obligaciones, así que tenia ir a cumplirlas.

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